Aunque a veces, en nuestras horas oscuras nos cuesta verlo, siempre vuelve a amanecer.
Hay momentos en la vida de una persona en los que la oscuridad es tan grande que pareciera mentira que fuera así, lo veo cada día en mi despacho de coaching cabalístico.
En ocasiones, acuden a mí, personas que han perdido la fe, las ganas de vivir y que sienten que nunca más saldrá el sol para ellos.
No obstante, mi trabajo es hacerles ver que no es así, que incluso en los momentos más duros de la vida, siempre vuelve a amanecer.
Lo sé de primera mano, yo también he vivido momentos muy duros en mi existencia.
Mi infancia no fue fácil, más bien podría decir que, todo lo contrario. Es cierto que no recuerdo haber tenido problemas económicos en mi casa, mi padre iba a la Mar a Terranova y fue desde muy joven, jefe de Máquinas y además un hombre muy inteligente que siempre supo buscarse la vida, opositando más adelante para el Gobierno Vasco y teniendo un fantástico puesto en una empresa del pública.
De hecho, recuerdo ser una privilegiada dentro del barrio obrero donde vivíamos, ya que nunca nos faltó de comer, pero si muchas carencias emocionales que harían que a una edad muy temprana abandonaría mi hogar.
Desde muy joven comencé a trabajar y estudiar, creando siempre mi propia realidad ya que la constancia me acompañó en las horas más difíciles de mi existencia.
En ocasiones elegí mal mis compañías, aunque he de decir que casi nunca me rodeé de malas personas y me siento una privilegiada por ello, aunque es cierto que algunas, no eran las personas que más me ayudarían a triunfar.
Por todo ello y muchas otras cosas que no me da tiempo a narrar, sé que siempre vuelve a amanecer, porque lo he visto durante los últimos 25 años en mi despacho de Coaching, porque he vivido un sinfín de historias que parecían no tener fin, no obstante, todas tarde o temprano acababan de la mejor manera para los protagonistas de dichas vidas.
También sé que, es bien cierto, que en ocasiones el dolor es tan grande que pareciera que nunca se va a dejar de sufrir y que no volverá a salir el sol.
Sin embargo, incluso cuando la muerte o la enfermedad anda de compañera, tarde o temprano, vuelve a salir.
En esos momentos, en los que el sufrimiento, las desventuras y las desgracias son tan grandes que no encontramos el camino, tarde o temprano lo hacemos, solo que en esos momentos pensamos que no será así.
Por ello, querido amigo lector, si estás viviendo uno de esos instantes de la vida que parecen inacabables, te invito a que vuelvas a sonreír y que te aferres a las pocas cosas que pienses que tienes en positivo en tu vida, porque desde ahí volverás a construir tu vida.
Recuerda los momentos que has superado en el pasado y céntrate en las pocas cosas o personas que tengas a tu alrededor que puedan ayudarte a salir de ese mal momento, porque de seguro que hay algo o alguien que puede estar ahí para recordarte que mañana, también, volverá a amanecer.
