¿Se siente ofendido usted por este titular? Porque si es así, vamos mal.
Cuatro palabras, componiendo una pequeña frase, no pueden desembocar nunca en una tragedia, como mucho en una contestación, con el tono que uno le quiera dar.
Las palabras no son armas de destrucción masiva y tienen una virtud, no dejan secuelas físicas, pero algunos les quieren atribuir turbios conceptos de aquí y de más allá, para justificar respuestas desproporcionadas con medios físicos.
Si las palabras se encuentran en periódicos, revistas, o libros por los cuales se supone que tienes que pagar para ver su contenido, el remedio es mucho más sencillo, no la compres. Si se trata de una portada puesta en un quiosco mirando hacia la calle, podemos hacer lo mismo que con la televisión cuando nos ofrecen imágenes que consideramos de mal gusto, dejamos de mirar y cambiamos el canal.
Todo esto tan obvio, y que no permite ninguna controversia posible, entre personas con un grado mínimo de sensatez, no se está dando estos días. Hay gente que frente lo ocurrido en París, argumentan el mal gusto de la publicación, la provocación gratuita y demás pamplinas. Yo no me voy a manifestar si me gustan esas páginas o otras referidas a cualquier otra religión, líder político o personaje público, porque ya he tomado mi decisión de leer o no leer, comprar o no comprar, visualizar o no.
Por resumir, el problema gordo, viene cuando, no los periodistas, o escritores, sino las personas con responsabilidades de Estado, amenazan o humillan a otros pueblos o culturas, porque tienen poder para hacer cumplir sus amenazas. Y estos no necesitan viñetas para herir o matar, ya que tienen fusiles automáticos y hombres entrenados para sus objetivos.
¿Les molesta mucho, una soflama escrita en Arkansas, sobre nuestro sistema de vida? Me parece que no, verdad, pues no seamos tontos de los cojones, y leamos otras cosas.
