El chef, uno de los más divinos, Dabiz Muñoz (dice que se llama así) colgó en una red social la foto de un cochinillo asado que seguro no alcanzaba los seis kilos.
La cuestión no tendría más recorrido si no fuese porque una serie de talibanes absolutistas, anti demócratas y antisistema fueron a por él insultándole de manera grosera.
Al señor Muñoz no le conozco, no he visitado nunca su casa, lamentablemente, pero pienso que debe valer la pena; y estoy convencido que no ha triunfado en el mundo de la cocina por su singular aspecto y escribir horriblemente mal su nombre, sino porque detrás de ese marketing hay un magnífico cocinero, original, creativo e imaginativo.
En este país nos manifestamos como grandes defensores de la libertad, pero realmente sólo nos preocupa la nuestra, ya que cuando hablamos de la libertad de los demás la cosa cambia. No alcanzo a entender que lleva a una persona a ver que el señor Muñoz va a comer cochinillo y creerse, no sólo con derecho a interpelarle por su comida sino que además ¡¡¡le insulta gravemente!!!. ¿Qué demonios nos importa, de verdad, lo que comen los demás? ¿En base a que creemos que tenemos derecho a insultar a un señor como lo hacen con el señor Muñoz?.
Sólo puedo concluir que este país está enfermo; enfermo de educación, respeto y libertad. No sabemos hacer uso de esos derechos que nos hemos ganado, nos falta educación en el respeto. Además, y eso sí que es puro subjetivismo, creo que quienes más respeto exigen para sus derechos son quienes más atropellan los derechos de los demás y trasladándolo al ámbito social y político no puedo evitar pensar en los movimientos nacidos al socaire del 15M o los partidos situados en la izquierda radical, esas personas que sin ninguna contribución al estado esperan que el estado les de todo amparándose en sus derechos.
Es evidente que todos somos iguales ante la Ley pero lo que está claro es que tampoco todos estamos protegidos de la misma manera por la Ley; sufrimos una ola de agresiones sexuales inaudita, de asesinatos de mujeres a manos de sus parejas, gente ebria conduciendo y así podríamos ir descendiendo en la gravedad de hechos hasta encontrarnos con esas personas que en bicicleta o patinete a alta velocidad circulan por las aceras a la vista de nuestros gobernantes, y claro cuando ocurra un accidente grave, que les auguro que ocurrirá, ¿quién indemnizará a la víctima?
Saben, debe ser por el calor, pero estoy harto de maleducados (alguno de mi gremio), de los que se creen los amos de la Ciudad y de los que andan pisoteándonos nuestros derechos en base a Dios sabe qué principio; necesitamos urgentemente una recarga moral como sociedad y que entendamos que un derecho lleva aparejado una obligación.
Como Dabiz Muñoz, quiero poder comerme un cochinillo y que, a diferencia de él, a mí no me pase nada ya que ese es mi derecho, quiero poder hacerlo cuando me apetezca y mi cardiólogo y dietista me dejen, naturalmente. Que pasen un buen día.