No eran fuegos artificiales de bienvenida. Tampoco una hoguera tradicional de las fiestas de San Juan. Un minibús se ha incendiado este lunes en plena zona exterior de llegadas del aeropuerto de Palma, provocando un revuelo entre turistas, trabajadores y acompañantes que, por un momento, no sabían si estaban presenciando el inicio de unas vacaciones o el final de una pesadilla logística.
El vehículo, destinado al transporte privado de pasajeros, comenzó a arder por causas que todavía se desconocen cerca de las cinco de la tarde. Aena ha informado que el fuego fue rápidamente controlado por el servicio de extinción del propio aeropuerto y que, afortunadamente, no ha habido que lamentar heridos ni daños personales.
Pese a la aparente normalidad que se recuperó con rapidez, el susto fue considerable. El incendio se produjo en una de las zonas más transitadas del aeródromo, justo en la parte exterior del área de llegadas. Cerca de los pasillos que pasan por debajo de la pasarela que conecta con el parking. Este incendió alarmó a los visitantes y generó momentos llamativos de tensión. Rápidamente el fuego provocó que los profesionales del aeropuerto reordenaran el tráfico y los accesos durante la intervención.
UN NUEVO INCIDENTE AZOTA LA SEGUIRDAD DEL AEROPUERTO
Por ahora, no hay información oficial sobre el origen del fuego. Las imágenes del siniestro —con el minibús envuelto en llamas frente a la terminal— han circulado con rapidez por redes sociales, alimentando la inquietud y las críticas sobre las condiciones de seguridad en este punto neurálgico de entrada a la isla.
Desde Aena insisten en que el servicio se restableció con normalidad y que las operaciones del aeropuerto no se vieron afectadas. Pero la sensación de inquietud en torno a la gestión del aeropuerto de Son Sant Joan no hace más que crecer. En apenas unos meses se han acumulado demasiados incidentes como para hablar de hechos aislados. No es el primer minibús que arde esta temporada, ni tampoco el primer incendio registrado en las instalaciones. Lo que debería ser un espacio seguro y ordenado para el tránsito de miles de pasajeros cada día, empieza a parecer más bien un escenario de riesgos repetidos y protocolos en entredicho.