Un vástago me ha llamado "demoníaco bicho"

Donde no hay ideas florecen los insultos. Donde fenecen los argumentos germinan la descalificación y el resentimiento, expresión más descarnada del autoodio.  El vástago de un exalcalde del PSOE, que destila  inquina antisocialista cada vez que toca una tecla, ha escrito, refiriéndose a mi participación en el debate del TIL de IB3: "Por Dios, piedad, misericordia: ¡que alguien cierre el pico a ese pajarraco". Tal exhibición de hondura intelectual y consistencia teórica  es un impagable ejemplo  de hasta donde es capaz de llegar un ser humano cuando confunde la asunción e interpretación objetiva de la realidad con la irrefrenable explosión de sus frustraciones interiores.

El vástago libera especialmente su autoodio al considerarme una "nadería voluntariosa" , un "guacamayo poseído por calambrazos narcóticos" o "demoníaco bicho". La vida me ha enseñado que cuando alguien insulta no hace otra cosa que desnudar su autorretrato íntimo. El insulto es un espejo. Y una liberación momentánea de complejos vomitando sobre otro. Así se comporta el  super-yo en erupción descontrolada cuando rezuma autoodio, autocastigo y frustración a raudales .

Menos mal que no me ha llamado pedo de cerdo.  Menos mal que no ha pronunciado exactamente el brutal insulto que dedicaban los nazis a los prisioneros de los campos de exterminio para destruirlos moralmente antes de gasearlos. No es que haya demasiada diferencia, cuando la naturaleza humana expulsa sus bajos instintos,  entre el pedo de un cerdo y un bicho demoníaco. Pero sí preocupa que en pleno siglo XXI resurjan las viejas, superadas y negras técnicas de intentar doblegar las ideas discrepantes  desde la irracionalidad y el ataque ciego. Son las exhibiciones de ira y de odio de siempre: negarse a compartir el mundo con nadie que no sea su fotocopia.

En cuanto al debate de IB3, me ratifico con orgullo en todo lo que dije: pedí al secretario autonómico Guillem Estarellas que invitase a todos los altos cargos del Govern y del PP a que hablasen catalán en público en nombre de la ejemplaridad, por los puestos de responsabilidad que ocupan. Afirmé también que el avance hacia el trilingüismo pasa antes  por abrazar el bilingüismo de manera convencida, franca y generosa. Hay que  convertir a los bilingües en ejemplo social para que los monolingües se animen a salir del caparazón de la estructura mental limitada a un solo idioma (el castellano) pudiendo abrazar dos muy facilmente a partir de una gran acto solidario. Pedí a los bilingües que no se sientan humillados por las enbestidas de los monolingües poco reflexivos o escasamente letrados. Recordé que la lengua inglesa tiene dos mil palabras de raíz latina,  prodigiosamente cultivadas por la crema de sus escritores. Y que el dominio de dos lenguas hijas del latín (catalán y castellano) es un gran salto hacia adelante para lanzarse hacia el conocimiento de una tercera: la lengua Shelley y Keats. Destaqué que para conseguir este objetivo es un error descargar toda la responsabilidad en nuestros profesores y maestros, orgullo de esta tierra, pero que cuentan con medios muy limitados. El auténtico ejemplo lo tienen que dar los dirigentes sociales: comenzando por políticos y empresarios y siguiendo por el conjunto de la colectividad hasta llegar al máximo de hogares posibles cultivando el bilingüismo.

Por decir eso (con las dificultades que entraña  un debate en directo con muchos participantes) un vástago en desaforada expulsión de autorabia me ha calificado de bicho demoníaco  y por Dios ha pedido que me cierren el pico. Contesto:  escribo aquí en castellano un fragmento del Macbeth de Shakespeare que recité en inglés en el debate de IB3: La vida es un cuento contado por un idiota/ llena de ruido y de furia/ y que nada significa. 

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