Para mí, esa canción expresa con una gran sencillez y al mismo tiempo con una gran profundidad todo lo que sentimos o todo lo que podemos llegar a sentir cuando amamos de verdad a alguien, no necesariamente pensando sólo en una relación de pareja, aunque casi todos hayamos soñado al menos una vez, es cierto, con llegar a ser algún día los protagonistas de una gran y apasionada historia de amor romántico.
Por distintas razones, hay determinados momentos en nuestras vidas en que solemos tener una mayor necesidad de escuchar canciones de amor, que suelen ser una de las mejores compañías que existen para acompañarnos en nuestras grandes —o pequeñas— melancolías cotidianas. Dicha necesidad surge no sólo cuando estamos enamorados, sino también cuando por diferentes motivos nos sentimos más indefensos, más solos o más vulnerables.
En esos instantes de mayor fragilidad, en que nos volvemos a sentir un poco como el niño o la niña que un día fuimos, nada que no tenga que ver de una u otra forma con los sentimientos suele despertar en nosotros demasiado interés. Además, nada suele parecernos tampoco entonces más inactual que todo lo que solemos llamar o considerar, muy solemnemente, como actualidad. En ese sentido, Te amaré es una canción que parece pensada para esos momentos de especial introversión y recogimiento.
«Te amaré, te amaré lo que queda./ Te amaré, cuando acabe de amar», dice también esa hermosísima canción, para concluir, dulcemente, de este modo: «Te amaré, te amaré junto al viento./ Te amaré, como único ser./ Te amaré, hasta el fin de los tiempos./ Te amaré, y después... te amaré». Seguramente, así quisiéramos poder amar siempre nosotros, y así quisiéramos también que nos amasen, cuando aún hubiera tiempo para hacerlo, cuando aún tuviéramos fe y esperanza, cuando aún no fuera demasiado tarde.
