¿Una ley? ¿Para qué?

Desde hace ocho años, la Presidenta Armengol tiene entre ceja y ceja aprobar una ley educativa en nuestra comunidad autónoma. Nada más llegar al Consolat en 2015 derogó todo el despliegue normativo de la ley orgánica de educación para introducir unas pequeñas modificaciones y dejar así su impronta marcada.

El trabajo para sacar adelante esta ley educativa se viene forjando años atrás. Ahora parece que está tomando más consistencia y el objetivo es aprobarla antes de mediados de este periplo. Pero, en el contexto actual en el que nos movemos, ¿Realmente es necesario invertir los esfuerzos en esto? ¿Verdaderamente necesitamos una ley educativa para que el sistema funcione?

Creo, que en educación, en estos momentos, existen otras prioridades antes que aprobar una ley. ¿Y por qué digo esto? Pues muy sencillo: Baleares es la comunidad donde más sigue creciendo la matriculación de alumnos una vez iniciado el curso académico. Baleares es la comunidad autónoma con más alumnos inmigrantes. Baleares es una de las comunidades autónomas donde la ratio de alumnos con necesidades educativas es más alto. Baleares es la comunidad autónoma donde las infraestructuras educativas necesitan urgentemente una actualización.

Todas estas necesidades reales, ¿estarán contempladas en esta ley? Pues no tenemos la certeza de que así sea. Además, para que una ley se pueda aprobar tiene que venir acompañada de dotación económica. Y parece ser que este escenario cercano no es el más alagüeño. Por ende, las buenas intenciones quedarán en papel mojado por falta de dotación presupuestaria. En este sentido, sigo pensando que no es directamente proporcional invertir más dinero para obtener mejores resultados académicos. Y esto, está demostrado. Hay países que invierten menos dinero en educación y sus resultados son mejores.

Eso sí; parece que uno de los pilares de esa ley será el fortalecimiento del catalán en las aulas. Si empezamos a caminar por este sendero, difícilmente podremos llegar a tener una ley de educación consensuada. Y es que el catalán no tiene que ser el eje vertebrador de esta ley. Con ello no estoy diciendo que no se tenga que potenciar el uso y el conocimiento de nuestra lengua ya que forma parte de nuestra riqueza cultural como comunidad autónoma.

En definitiva, el sistema educativo funciona no porque exista una ley. Funciona gracias a los que forman la comunidad educativa. Los centros escolares, y por ende, profesores, alumnos y familias implantan a diario la ley de la mejor manera posible para lograr el éxito educativo del alumno. Las recetas que se aplican en los centros para alcanzar esto, bien les aseguro que no están escritos en ninguna ley.

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