El debate que tuvo lugar en el Parlament acerca de la futura Llei Agrària de les Illes Balears ratificó lo que muchos ya sabíamos: este Pacte 3.0 es incapaz de acercarse a ninguna realidad sin embadurnarla de ideología, aunque eso signifique dejar de lado la gestión para la que fueron elegidos sus dirigentes; y el conseller Vicenç Vidal es el ejemplo más claro de esta absurda manera de conducir la cosa pública.
Vidal presentó un proyecto de ley que ha sido objeto de tantas enmiendas por parte de sus propia bancada que, si tuviera el más mínimo sentido del ridículo político, agarraría los bártulos y se marcharía a su casa. Pero este naturalista de oficina, cuyo desconocimiento de la realidad de nuestra pagesia resulta escandaloso, prefiere seguir mareando la perdiz hasta final de curso, incluso aunque para ello tenga que seguir cargando sobre sus hombros con la ignominia de los vertidos fecales, contra los que no ha hecho absolutamente nada en más de tres años de mandato.
Lo peor de este empecinamiento ideológico es que tiene todos los visos de acabar en un esfuerzo baldío, porque el PI, grupo político que muy posiblemente tenga la llave de la gobernabilidad en 2019, ya ha anunciado que hará todo lo que esté en su mano para derogar la Llei Agrària de Vidal.
Y no le falta razón a Jaume Font cuando denuncia que, en una norma que supuestamente se dicta para favorecer la viabilidad de nuestro famélico y maltratado sector agrario, lo que predominan son las obesiones urbanísticas y turismofóbicas de este Govern. La compulsión prohibicionista llega a extremos que hacen absolutamente imposible ninguna clase de crecimiento de las instalaciones agropecuarias: ni para producir, ni para comercializar, ni siquiera para subsistir. Es el intervencionismo salvaje al servicio de las ideas, aunque éstas sean, como en este caso, disparatadas.
Esta legislatura será recordada por los vertidos fecales. Y el peor de todos ellos es, sin duda, el de las toneladas de zafio sectarismo que el ejecutivo autonómico -encarnado especialmente en los departamentos que dirige a su antojo Més con la cobarde aquiescencia del PSIB- nos vuelca cada día a todos los ciudadanos con la pretensión de convertirnos a la 'fe verdadera' que solo ellos atesoran.





