Vivir y morir con dignidad

Todos pasamos por distintos duelos en la vida, no obstante, por desgracia o por fortuna, a mí me ha tocado transitar muchos.

Muertes de familiares a muy corta edad, amigos que se han ido cuando comenzaban a vivir y personas que ya habían recorrido un largo camino en su vida.

Nunca encontramos un porqué para estas pérdidas, pero curiosamente, hay personas que con su partida nos dejan una gran lección.

Ese está siendo el caso de mi amiga y mentora Natividad Alcalde, psicóloga, terapeuta y coach profesional, quien ha lidiado con el cáncer durante varios años y ahora ha decidido cambiar de plano, tras una lucha contra esta horrible enfermedad que no sabemos muy bien porqué se lleva a tantas personas.

Ella es una de esas personas que siempre ha sido un referente en el sector del crecimiento personal.

Junto a Don Javier Tejerina, crearon la Asociación Española de Coaching en el año 2000, cuando ya llevaban muchos años dentro del mundo de la psicología y las terapias alternativas.

Su vida ha estado dedicada a ayudar a los demás totalmente y en estos últimos años, le he tocado lidiar con la enfermedad en primera línea.

Pero como, las personas morimos como vivimos, hasta el último instante nos ha dado una lección a todos los que hemos tenido el privilegio de conocerla.

Ella ha decidido quien la acompañaría en sus últimos momentos, junto a quien quería estar, sin parafernalias ni protocolos sociales, en la creencia absoluta que la muerte solo es un tránsito, doloroso que tenemos que pasar, pero que después de ese proceso seguimos viviendo.

Nosotros pensamos que volveremos a vernos en el otro lado y mi creencia absoluta, al igual que la de ella, es que nos volveremos a encontrar pronto todos los que nos hemos amado en esta vida y después de ella.

Ahora bien, transitar este camino llevado por el sufrimiento de una larga enfermedad, realmente es una amarga lección que aprender y muchas veces sin sentido alguno.

¿Deberías de tener el derecho de una muerte digna?, desde mi punto de vista la única respuesta a esta amarga pregunta es un SI rotundo.

Dejar que una persona se deteriore hasta el punto de no parecer el mismo individuo que existía un año antes, es una verdadera tortura.

Pasar por terribles procesos de radio, quimioterapia y demás procesos análogos no tiene mucho sentido, cuando el resultado final, está claro.

Es cierto que, en raras ocasiones, algunas personas sobreviven, pero que una persona con metástasis se vea torturada durante 1, 2 o 3 años a un proceso tan terrible, no tiene nombre.

También es bien cierto que cada caso es un mundo y no se puede ni debe generalizar, pero desde mi punto de vista, deberíamos de poder morir dignamente, al igual que hemos vivido.

Es bien cierto que podríamos llenar folios y folios con esta polémica de lo que es una muerte digna o no, pero desde mi humilde opinión la tortura a la que someten a varias personas, para ver si es salvable, debería de estar prohibida.

Morir dignamente debería de ser un derecho universal, al igual que lo debe de ser vivir en esas condiciones.

Desde aquí mi más afectuoso abrazo a todas las personas que transitan hoy ese camino y mi certera esperanza para ellos, de que en el otro lado estaremos mucho mejor.

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