A los doce años ya tenía muy claro que quería ser abogada. Tanto es así, que en alguno de los relatos que por entonces escribía, la protagonista siempre era una mujer abogada.
Cuando me preguntan a veces como puedo defender a alguien que se que es culpable, siempre contesto con el mismo razonamiento: “vale la pena defender a mil imputados si uno solo de ellos es inocente y si consigo que le absuelvan”.
Imagínese usted que ahora está leyendo estas líneas, que cuando llegue al final de este artículo de opinión, llaman a la puerta de su casa, o de su oficina o de donde quiera que usted este leyendo ahora mismo. Imagínese que cuando abre la puerta se encuentra usted, frente a frente, con un policia de paisano que, muy educadamente, le saluda, se identifica y le dice “ queda usted detenido, se le está investigando por un delito etcétera, etcétera, tiene usted derecho a llamar a un abogado etcétera, etcétera”.
Usted, que no entiende absolutamente nada de lo que está ocurriendo piensa que es una broma al principio claro, después, cuando le acompañan hasta el vehículo policial se da cuenta de que aquello va en serio “ se habrán equivocado de persona” murmura para sí mismo, y acto seguido, lo dice en voz alta porque ya empieza a estar asustado.
Cuando llega a las dependencias policíales facilita el nombre de un abogado o bien solicita que le designen uno de oficio. Y su abogado, cuando llega, le explica el funcionamiento del complejo engranaje jurídico una vez se ha desatado la tempestad.
Prestara declaración ante la policia y, ese mismo día o en el transcurso de las siguientes 72 horas, en función de la complejidad de la denuncia investigada, será puesto a disposición judicial para prestar otra vez declaración allí. Si tiene suerte, después de la declaración en policia le dejarán en libertad y le citarán para que comparezca en el juzgado en otra fecha. Si tiene mala suerte o demasiadas pruebas en contra, tendrá que dormir en el calabozo policial junto a otros detenidos de aquel mismo día o del día anterior.
Si no ha tenido suerte, con un aspecto bastante desmejorado por la falta de sueño y de higiene casera, al día siguiente o el sucesivo, le pondrán a disposición del Juzgado de guardia, y allí, será informado nuevamente de cuáles son sus derechos y, con la asistencia de abogado, prestará nueva declaración. El Juez decidirá, en base a multitud de datos obrantes en la causa, si continúa usted en libertad o si se decreta la prisión provisional.
A estas alturas ya habrá usted avisado a su familia y a sus amigos más allegados y, si es usted una persona pública, puede que incluso haya salido su foto en los periódicos y su nombre en la radio. No se preocupe, si el procedimiento continúa hasta el final, llegará a acostumbrarse, porque durante un par de años mallorquines, se tramitará la causa.
El principio de PRESUNCION DE INOCENCIA está hoy, más que nunca, en peligro de extinción, NO por los trámites policiales y judiciales que he relatado resumidamente, sino por el uso y abuso que puede llegar a provocar el hecho de que los Partidos Políticos, como elefantes en una cacharrería, hayan decidido suspender a cuantos militantes (con cargo o sin), sean denunciados, investigados y detenidos.
Es una mala noticia para la PRESUNCION DE INOCENCIA, pero también una mala noticia para la Administración de Justicia, más colapsada que nunca y sin recursos, una mala noticia para los funcionarios policiales, sin recursos también.
Debería llevarse a cabo una reforma del Código Penal para subsumir todo lo que está ocurriendo, incluidas las denuncias falsas o las acusaciones infundadas orientadas más a obtener rédito político. No puede haber impunidad para quien osa poner en peligro la PRESUNCION DE INOCENCIA de una persona, a sabiendas de que es inocente.