Leire Pajín se está convirtiendo en estos primeros días de julio en el monotema. Primero, el bikini, ahora su “disfraz” de turista, con el que enseña el ombligo, algo que parece haberse convertido en objeto de debate nacional. Más allá del dudoso buen gusto de esta indumentaria para una ministra, que lo sigue siendo aunque esté de vacaciones, me parece a mí que es mucho más importante dilucidar otras cuestiones que analizar el ombligo de la señora ministra. Las vacaciones de Pajín tienen otra lectura en clave política mucho más importante que sus atuendos o sus curvas y no es otra que la utilización privilegiada del Lazareto de Mahón, un lugar reservado los funcionarios en activo o jubilados del Ministerio de Sanidad y con una larga lista de espera, ya que 15 días en estas instalaciones, con pensión completa, cuestan entre 180 y 500 euros, dependiendo del salario o pensión que se perciba. Por eso, lo verdaderamente importante son los privilegios de los que ha hecho gala la ministra, saltándose cualquier lista de espera y utilizando unas instalaciones que están pensadas para otros. ¿Es que su sueldo no le permite alquilarse una casa en Menorca durante 15 días y dejar el Lazareto a otros? Eso es lo que hay que aclarar y no si enseña o no el ombligo por la calle.
