La Policía Nacional ha desalojado, por fin, la Plaza de España y le ha devuelto a la zona su verdadera imagen, esa que se iba degradando de día en día y a la que nadie encontraba ya sentido. Se puede sentir mucha indignación, se puede luchar por lo que uno quiere y defender aquello en lo que uno cree, pero no se puede hacer desde un “campamento” cada día más degradado, en el que ya lo de menos son las reivindicaciones que impulsaron el movimiento del 15-M. Ahora llega el momento de la verdad, el que constituir una fuerza política que haga oír su voz, que vaya al Congreso y al Senado de la nación y exponga el sentir de la calle, pero para ello hay que sentarse, y no precisamente, en la calle, y estudiar qué es lo que se quiere hacer y cómo. Articular esa indignación y no dejarse fagocitar por los políticos de siempre, no dejarse engañar por sus guiños y abrir la mente, es el gran reto a conseguir.





