Un nuevo despido en el Mallorca, esta vez de su jefe de prensa Javier Rodriguez, ha vuelto a revolucionar las redes sociales en apoyo del cesado. Maheta Molango seguramante no se habrá leído nada de la Revolución Francesa cuyos “guillotinadores” acabaron pasando igualmente bajo la cuchilla mortal. Son enseñanzas de la historia de las que conviene tomar nota. También el pueblo hebreo eligió librar a Barrabás de la cruz y condenar a Jesús a morir en ella. Dicho sea para todos aquellos que se llenan la boca de democracia, pero no la practican.
No voy a romper ninguna lanza a favor de nadie, ni tampoco en contra, sin embargo la impresión que causa el ERE indisimulado que lleva semanas aplicando el CEO mallorquinista, incluye a demasiados trabajadores más efectivos que los que continúan en el club aferrados a empleos más que cargos y dispuestos a dorar la píldora a sus jefes, si es que realmente hay más de uno. Hasta Toni Tugores, que ya es decir, ha lamentado públicamente la última decisión. Y, créanme, la procesión no ha terminado. Reducir la nómina no es fácil y por mucho que se haga desde la ignorancia, como es el caso, se corre el riesgo de terminar vendiendo incluso los banderines de córner. Ese es el camino emprendido y no por ello menos cantado desde esta misma sección.
El Mallorca, señores, se ha despersonalizado completamente. Es una simple mentira. Utz Claassen lo sentenció y sus sucesores lo han ejecutado. Persiste el nombre, si, pero ni uno solo de los principios que alumbraron su fundación y se han mantenido contra viento y marea durante noventa y siete años pese a los temporales atravesados a lo largo de su historia. El poco mallorquinismo que queda, por muchos abonados que dicen que renuevan sus asientos, debería meditarlo.
