¿Alguien se acuerda del "todo incluido"?

Tal vez sea por sus originales deseos de centralización, planificación y mando que la izquierda balear, más orientada a la conquista pura y dura del poder, y buena parte de la prensa subvencionada que la sigue, desean un control completo de la economía y, por ende, de toda la sociedad. Aunque, realmente quizás puede ser más acertado pensar que buena parte de los políticos se han convertido en charlatanes que únicamente venden magia a sus electores.

Sea por lo que sea, cuando gobierna la derecha, suelen surgir temas que presuponen torticeramente que el Govern tiene un control completo sobre la sociedad y, por tanto, sobre la economía. De esta forma suelen denunciar, amplificando, alguno de los inconvenientes que tiene el modelo productivo local, sin considerar ninguna de sus ventajas. ¡Pura lucha política! Alejada, por tanto, de análisis mínimamente riguroso.

Eso ocurrió hace unos quince años con el tema del “todo incluido”. Tan pronto como un president representante de la derecha se aposentó en el Consulat de Mar, se convirtió en el tema más relevante a dilucidar, por ser, ni más ni menos, que el principal inconveniente que se cernía sobre la vida de los isleños. Pues si los turistas no salían de los hoteles propiedad de los grandes y acaparadores capitalistas, se condenaba a la pobreza a todos los demás. La injusticia más flagrante se estaba apoderando del archipiélago. Una especie de nueva versión de la marxista lucha de clases entre explotadores y explotados adaptada a nuestras pequeñas islas.

Por supuesto, la derecha gobernante no intentó desenmascarar la estrategia tramposa de sus rivales. Tampoco defendió sus supuestas convicciones acerca de la libertad empresarial y la autoorganización social. ¡No! lo que hizo fue… crear una comisión para que estudiara el tema y, -transcurrido el tiempo suficiente-, presentar alguna de sus propuestas para, -en todo caso-, incorporarlas a su acción de gobierno.

De esta forma, todo acabó en una tímida regulación (¡Cómo no!) de algunos aspectos relacionados con la calidad de la oferta de esa modalidad hotelera; tal como podía ser la limitación de servir bebidas alcohólicas, algo que muchos establecimientos ya practicaban. Por supuesto, cuando la izquierda volvió a ocupar el poder, se olvidaron por completo del asunto. Como por arte de magia el “todo incluido” desapareció no sólo de las primeras páginas de los diarios, sino también de las tertulias y los foros de debate que suelen reunir a la élite autonómica.

Esta historia, de hace década y media, se parece demasiado a lo que estamos viviendo ahora con el tema de la saturación. Una cuestión que de forma similar sólo ha adquirido dimensión de portada a cinco columnas al gobernar la derecha. Quien, a su vez, reacciona creando una nueva comisión para alumbrar un número tan elevado de propuestas que alguna de ellas, sin lugar a dudas, se podrá incorporar a la acción de gobierno.

Por todo lo expuesto, es lógico que algunos se pregunten si la fórmula del “todo incluido” podría figurar entre esos centenares de propuestas emanadas de la comisión. Pues si los visitantes se quedan en su hotel, como mínimo, saturan menos. O dicho en otras palabras ¿No es una contradicción flagrante que, en poco tiempo, se haya pasado de denostar a aquellos que no se mueven de su lugar de pernoctación, a considerar que los turistas se mueven demasiado en vehículos de alquiler o en autobús de línea?

En fin, para terminar esta reflexión poco constructiva, les recuerdo que la próxima semana se acaba el curso escolar y eso se va a notar mucho en las vías de cintura y, también, en carreteras y calles de entrada y salida a los distintos núcleos urbanos. ¿Tal vez sea que los colegios saturan más que los turistas?

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