Amar en la distancia

Amar en la distancia no es el modo más habitual en el que suele darse el sentimiento más fuerte y perdurable de todos los que conocemos. Incluso es posible que muchas personas crean que el hecho mismo de que exista una distancia física entre dos seres, que además puede ser más o menos constante o prolongada en el tiempo, imposibilita que pueda existir efectivamente el amor.

Y sin embargo… ¿Y si en algunos casos fuera justo al contrario? ¿Y si la distancia reforzase la solidez de ese sentimiento? ¿Y si lo hiciera aún más verdadero? Algunos de los poemas más hermosos que se han escrito nunca, algunas de las canciones más románticas que podríamos recordar ahora mismo o algunas de las películas más melancólicas que se han rodado a lo largo de la historia, hablan de amores marcados por la distancia, por la lejanía o por la imposibilidad de poder estar junto al ser amado.

Todas esas circunstancias, lejos de impedir o de disminuir ese amor, lo hacen en ocasiones todavía un poco más fuerte. En ese sentido, no existen quizás en el mundo cartas de amor más apasionadas que aquellas que escribieron dos personas mutuamente enamoradas que no podían —o a las que se impedía— estar juntas. Seguramente, tal vez no se escriban hoy tantas cartas específicas de ese tipo, pero no porque ahora seamos menos románticos que antes, sino porque hoy utilizamos mayormente las nuevas tecnologías para comunicar nuestros sentimientos o nuestros estados de ánimo. Esa posibilidad ha acabado siendo además esencial en estos difíciles y angustiosos tiempos de pandemia.

Más allá de aquellos posibles momentos de plenitud amorosa, a veces nos encontramos tan perdidos en el mundo, somos en ocasiones tan frágiles o nos sentimos algunas noches tan indefensos, que a menudo no sabemos qué caminos vitales, personales o profesionales deberíamos seguir, a pesar de que en nuestro día a día podamos demostrar una cierta fortaleza y seguridad.

Tal vez por ello, en realidad quizás sólo nos sintamos de verdad vivos cuando sabemos, constatamos o al menos intuimos que hay personas que nos aman, personas que de algún modo nos protegen ya sólo con sus pensamientos, personas que a veces quizás sólo puedan comunicarse con nosotros de forma secreta, mediante una plegaria o a través de los sueños. Nosotros, por nuestra parte, a menudo quisiéramos, si fuera posible, ser también como un espíritu bondadoso o un ángel que pudiera estar siempre al lado de esas personas, velando para que nada malo pudiera sucederles nunca.

De algún modo, en la distancia podemos amar también paisajes, mares, ciudades, pueblos, museos, caminos, memoriales, catedrales, iglesias, gentes, estrellas. Y si esa distancia no es física, sino temporal, nada impide que podamos amar también a los familiares y a los amigos que ya no están hoy aquí, a todos aquellos seres luminosos que nos precedieron en el pasado o a todos los héroes anónimos de distintos países, credos y razas que dieron su vida por nosotros. Es muy posible que algunos de ellos nos puedan estar amando también ahora del mismo modo.

Y si somos creyentes, volveremos a celebrar de nuevo hoy, 25 de diciembre, que todo ello es posible porque hay un ser supremo que un día nos creó y que más adelante habitó también físicamente entre nosotros, un ser supremo que sigue amándonos profundamente, protegiéndonos y velando siempre por nosotros, igualmente en la distancia.

Suscríbase aquí gratis a nuestro boletín diario. Síganos en X, Facebook, Instagram y TikTok.
Toda la actualidad de Mallorca en mallorcadiario.com.
Deja tu comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Más Noticias