Una de las noticias de la semana ha sido la dimisión de Pilar Carbonell, la directora general de Turismo, de facto la número dos del vicepresidente del Gobierno balear Biel Barceló. A Carbonell se le imputa un delito de corrupción política pues la investigación policial mantiene que desde su cargo institucional presuntamente benefició al grupo empresarial de Tolo Cursach. Lo lamento por Pilar. A lo largo de los años hemos coincidido en programas de radio y televisión, la he entrevistado y la tengo en alta estima. Nadie puede dudar de su capacidad de trabajo y de su diligencia, además de su trato, siempre humano y cordial. Por eso no entendí —y como yo, supongo que otros tantos— cómo demonios acabó mezclada con Més. No es un secreto que en el partido nunca la han visto con buenos ojos. Por eso ahora se entregan al muy mallorquín deporte de reducir a astillas el árbol caído con una visceral entrega cainita. La Justicia dirá —como no puede ser de otra manera— si Pilar obró bien o mal, pero asistimos a un nuevo linchamiento en Més que debería llevar a la reflexión a Barceló, a preguntarse cómo, por qué y con qué necesidad sigue haciendo equilibrios mientras el partido se le convierte en una ciénaga. Barceló debería dimitir, no por el caso Garau ni por Carbonell, sino por haber permitido que un partido de izquierda ilustrada y nacionalista haya devenido en un engendro que hoy por hoy no me atrevo a definir no vaya a ser que acabe en los tribunales.
Regresa a esta columna el sospechoso habitual David Abril. Se ha mostrado ufano al decir que si se demostrase trato de favor a Cursach, «sería el primero en salir» de Més. Lean entre líneas lo que les he advertido en otras ocasiones: Abril se cargó Esquerra Unida y se está cargando Més, barrena el partido desde dentro. Acabará en Podemos. Solo necesita una excusa.
Bien, pasemos a la sección Palma... Se constata que Cort trata la basura a patadas, literalmente. El lunes nos despertarnos con un vídeo grabado por un ciudadano en la palmesana barriada de Pere Garau. En él se ve como el camión de la recogida selectiva de Emaya en plan otomático y mu modelno carga un contenedor. Pero el chófer se mosquea por todos los trastos y cajas que hay en la acera, baja y la emprende a patadas para hacer hueco al contenedor. A resultas de su estallido de furia a lo Van Damme aquello queda hecho un erial. Sube al camión refunfuñando y se pira. A ver, sufrido operario, no imagino por lo que debes estar pasando, que lidiar con Neus Truyol seguro que no es fácil, pero las cosas no se hacen así. Hubo un tiempo —tampoco hace tanto, no hablamos de las pirámides de Egipto— en el que al camión de recogida selectiva le seguía una brigadilla de tres operarios con una furgoneta que iba rematando la limpieza y la calle quedaba fenomenal. Ahora, Emaya vende sus logros en Sevilla y sus directivos se van de tourné por otras ciudades a explicar el secreto de su éxito. No, no estoy de coña, se han colgado la medalla con una delegación de las Islas Canarias, han visitado hace poco la capital hispalense y esta semana se han dejado caer por Ibiza para convencer a portugueses y estonios.
El que ha aparecido por Madrid sin demasiado éxito ha sido Marc Pons, nuestro conseller de la cosa de la energía y eso. Ha ido a pedir que le dejen cerrar la mitad de la central de Es Murterar de Alcudia, que sí, que necesitamos vatios, pero que contamina de lo lindo porque anda con gasoil, a lo bruto. Y el Gobierno le ha dicho que de cerrar Es Murterar nada de nada, que se nos dispara el precio del recibo de la electricidad, Y aquí los del Gobierno de Armengol y parte de sus medio socios se han rasgado la camisa como en una boda gitana porque nos vamos a cargar el planeta con tanta emisión de gases contaminantes. Es cierto, hay que meterle mano al asunto. Ahora bien, el coro de plañideras debería haber considerado que si vas a pedir que chapen Es Murterar tendrías que haber ido con una alternativa o una idea de futuro. Decir que todos somos muy verdes y que nos mola Greenpeace no vale en el mundo real de la política.
¿Hablo del mundo real de la política? Bueno, real, lo que se dice real... El Gobierno balear va a nombrar a alguien para que se haga cargo de la Oficina Anticorrupción y le va a soltar 95.000 euros al año, 6.785 boniatos en bruto en catorce pagas. Aunque se le quiten las retenciones, el neto es goloso para cualquiera. Y eso es lo que me preocupa, que nombren a cualquiera. Si el director o directora elegido va a cobrar semejante pastizal ya puede estar preparado, tener experiencia, olfato de sabueso y ser más implacable que Harry el Sucio en una mala tarde. No criticaré que se lleve tan notable salario si está preparado y hace su trabajo. Ahora que está tan de moda colocar a activistas en cargos públicos —o sea: gente que no ha dado palo al agua en su puta vida y lo flipan a final de mes al recibir la nómina por un trabajo que no saben hacer— espero que no nos endiñen a un dinamizador cultural o a un guía de boy scouts o a un experto en huertos urbanos o algo de eso.
Los que tampoco pisan el mundo real y andan en ese limbo en el que están encantados de haberse conocido son los del Partido Popular de Biel Company. Tal vez crean que la inacción es la mejor opción, pero me da que no se enteran de la sangría de militantes —llámenlos votos o voluntades, tanto me da— que padecen. Esta semana han perdido a Carlos Delgado, que se ha dado de baja. Algunos estarán contentos, les sobraba. Delgado es solo un pequeño exponente de lo que se les viene encima. De cara al 2019, no serán pocos los afiliados y simpatizantes populares que se pensarán muy mucho si votar a Company o quedarse en casa. Y los que muevan el culo hasta las urnas con desidia y decepción pueden decantarse por Ciudadanos. Los de Ciudadanos con Xavier Pericay y Olga Ballester al frente han dado un paso de gigante al denunciar el adoctrinamiento en las urnas. No se han achantado y se han plantado en Madrid con una pila de denuncias ante el Defensor del Pueblo. No quieren que la educación en las Baleares «acabe como en Cataluña». De una tacada le han pegado un buen bocado al pastel popular.
Los que tampoco se muerden la lengua son los médicos del Simebal, el sindicato de médicos de Baleares. Han presentado alegaciones al decretazo del catalán en la Sanidad pública, y lo han hecho con un argumento tan sencillo como demoledor: el derecho a la salud prevalece sobre las políticas lingüísticas. Nada más que añadir.
La crisis en Cataluña lo impregna todo. Alucino con Susanna Griso en Espejo Público de Antena 3: las meretrices de lujo se van de Barcelona porque con el rollo indepe el negocio del metesaca se ha hundido. Por lo visto, el prusés no levanta en todo el mundo las mismas pasiones. Más bien, levanta poco. Pero lo fuerte, fuerte como un trago de ginebra seca a las seis de la mañana, llega con la movida de las dos menorquinas a las que supuestamente bajaron de un avión de Vueling en Barcelona por hablar en catalán. Siempre se ríen de mí cuando cuento mis batallitas del aeropuerto, de la época en la que fui supervisor de Spanair. Miren, no se retrasa un vuelo, se llama a la Guardia Civil y te bajan de un avión por hablar en catalán. La tienes que liar muy parda. La Aviación es cosa seria. Hasta nuestra consellera de Cultura, Fanny Tur, ha comprado semejante mercancía defectuosa y le ha enviado una carta a Vueling pidiendo explicaciones y advirtiendo que tomará «todas las medidas que sean necesarias». En Vueling deben estar cagándose de miedo. No me extrañaría que Tur acabara fugándose a Bruselas para estar con su presidente Cabezamocho, porque ella es consellera de Baleares aunque se siente muy catalana. Echen un vistazo a su perfil de Twitter en que figura que ella reside en «Eivissa (Pitiüses / Balears) PPCC». Lo de PPCC significa Països Catalans, por si no lo habían pillado. Así va la cosa cultural, que la maneja un elemento que reniega de su tierra.
Hace unas semanas ya les confesé mi amor platónico por Marta Rovira. La he oído hablar en español... Es como una de esas agentes malas malísimas del KGB, sensuales y perversas, de las pelis de James Bond o de Austin Powers…. «Te voy a enrocar». Ella es como mi Ornella Mutti, me identifico con el charnego Faneca de El amante bilingüe. Rovira ha nacido para ser una estrella, grandes tardes nos brindará, no lo duden. Es imposible no quererla. Piensen en las toneladas de basura que han salido de su boca en los últimos días y verán que no me equivoco. Se ha convertido en la perraca máxima del prusés, desbancando incluso a la Forcadell, que no es poco, porque la Carmen de España —tiren de hemeroteca— ha soltado algunas borricadas dignas de un gauleiter pasado de Jägermeister.
Ante semejante panorama no soy el único que se pregunta dónde anda Francina Armengol, la maestra en ponerse de perfil… Aquí se desgastan todos mientras ella parece la versión femenina de Dorian Gray. Ya que hablamos de cuadros, esta semana han pagado 382 millones de euros por el único da Vinci que permanece en manos privadas. Eso son como tres o cuatro años de ecotasa. Demasiado dinero, me gustaría contarles lo que haría yo con toda esa pasta. Pero esa es otra historia…





