Actualidad
En los últimos tiempos, se escribe y se habla mucho sobre un más que posible choque de trenes. Tengo que suponer -porque nadie en concreto me lo ha explicado- que tanto los medios escritos publicados, como los digitales, como las ondas radiofónicas o las cadenas de televisión, se deben referir
A mí lo que me parece es que en los primeros días de este abril del 2017 andamos sobrecargados de mediocridad, la verdad. Existe un tal abigarramiento de vulgaridad que me induce a pensar que algo no funciona como debería. ¿Que dónde? En todas partes aunque, concretando, quizás la palma
En el exterior, una lluvia insistente, persistente, primaveral, con acento de jazmín y perfume de empapado; humedad generosa y entorno civilizado y refinado. En el interior, una atmósfera cálida, reconfortante, placentera y afable; tonos oscuros, apacibles, mansos y sosegados. Restaurante. Dos comensales: un nieto y un abuelo. Trece años contra
Me acabo de zampar siete hermosas sardinas a la brasa. Soy plenamente consciente de que el verbo “zampar” es absolutamente contrario a las nuevas tendencias gastronómicas que van de fineza, delicadeza, deconstrucción, exquisitez y refinamiento. Lo siento, yo zampo y punto pelota. Las citadas sardinas eran grasas, untuosas, lubrificantes; pura
Hace ya tiempo que me estoy formulando una pregunta: ¿dónde está la ultraderecha española? De momento, no obtengo ninguna respuesta a mi interrogante; y como suele pasar a menudo, ante una pregunta sin contestación nítida, uno se repregunta sobre los matices que se desprenden de esta negativa: ¿existen, todavía, ultras
Hace ya tiempo que me estoy formulando una pregunta: ¿dónde está la ultraderecha española? De momento, no obtengo ninguna respuesta a mi interrogante; y como suele pasar a menudo, ante una pregunta sin contestación nítida, uno se repregunta sobre los matices que se desprenden de esta negativa: ¿existen, todavía, ultras
No tengo por qué hacerle la pelota y por este motivo me atrevo a ensalzar un artículo -publicado la semana pasada en este mismo periódico- de un buen amigo, excompañero profesional y persona de gran sencillez y una considerable dosis de talento. Me refiero al caballero José Antonio García Bustos.
No tengo por qué hacerle la pelota y por este motivo me atrevo a ensalzar un artículo -publicado la semana pasada en este mismo periódico- de un buen amigo, excompañero profesional y persona de gran sencillez y una considerable dosis de talento. Me refiero al caballero José Antonio García Bustos.
Eso mismo me pregunto yo: ¿Qué pasa con la música? Sinceramente, nunca en la vida me había planteado este interrogante; jamás de los jamases había transitado por mi sobria mente ni una sola duda al respecto. Entonces, la pregunta, las preguntas son: ¿Por qué, a día de hoy, tal incertidumbre
Febrero es un mes raro de cojones. Para empezar, un mes con veintiocho días ya se sale de madre. Si ya huele a extravagancia la peripecia que manifiesta la diferencia entre meses de treinta o treinta y un días, imagínense el engendro que representa un mes que achanta su permanencia
Escribo estas breves notas bajo el influjo directo de un firme y enérgico vendaval de viento. Vale, vale, ya lo sé: me acabo de dar de bruces con una ineluctable redundancia ya que, por propia definición, el vendaval viene a ser un festival de viento y, en consecuencia, subrayar con
Dícese del verbo plagiar que consiste en copiar en lo sustancial obras ajenas, dándolas como propias. Entiendo que la comisión de esta acción que, según el Codigo Penal español, es constitutiva de delito, adquiere su máximo esplendor en lo referente a la literatura y a la música, aunque, a ratos,