La escena es habitual. Neveras azules que serpentean entre sombrillas, ofertas vociferadas en varios idiomas y botellas frías que prometen alivio al sofocante calor. Pero esta postal veraniega en Calvià tiene un nuevo actor protagonista, la Policía Local. En las últimas semanas se han intensificado los controles contra la venta ambulante ilegal en el litoral del municipio.
El objetivo declarado por los agentes es claro, garantizar la seguridad, proteger la salud pública y preservar la convivencia. Porque lo que parece una compra inofensiva —una cerveza helada, un mojito improvisado o un bocadillo “recién” preparado— puede acabar con el consumidor en urgencias. Sin control sanitario y, en muchos casos, con la cadena de frío rota, los productos vendidos en la arena se convierten en un riesgo serio para la salud.
En la última semana, el balance del operativo habla por sí solo: 20 actas levantadas y 8 personas identificadas como presuntos infractores. Las sanciones, según la Ordenanza Municipal de Convivencia, ascienden a 600 euros, aunque pueden reducirse a 300 si el pago se realiza de forma inmediata.
La ofensiva policial se ha desplegado en algunas de las playas más concurridas del municipio: Magaluf, Son Maties, Palmanova, Santa Ponça y Peguera. Allí, los agentes han patrullado a pie, han decomisado bebidas y alimentos sin garantías y han interceptado a vendedores antes de que sus productos llegaran a manos de los bañistas.
Este verano, en Calvià, el cóctel en la toalla tendrá que servirse… desde el chiringuito.