Can Pastilla, entre la tradición y la modernidad

El origen del nombre de Can Pastilla podemos situarlo a finales del siglo XIX. En aquella época, había en lo que hoy es la plaza Pius IX una taberna en donde no sólo se vendían licores, sino también, al parecer, pastillas de tabaco de contrabando.

Seguramente por ese motivo, en un plano cartográfico de aquel enclave fechado en 1905 aparece ya un pequeño recuadro con la inscripción "C. Pastilla", como equivalente de Casa Pastilla. Así que cuando algunos bañistas palmesanos decían entonces a sus amigos con cierto disimulo "vaig a Can Pastilla", era razonable intuir que no sólo iban a la zona a hidratarse y a nadar.

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Aquella denominación toponímica originaria acabaría haciendo fortuna, a pesar de no ser quizás del todo modélica, consolidándose rápidamente y llegando hasta nuestros días. Es cierto que a principios del pasado siglo, cuando ya estaba naciendo la barriada como tal, hubo residentes que propusieron una nueva denominación, la de Sant Antoni de la Platja, pero este nombre nunca llegaría a arraigar.

Más allá de esas pequeñas discrepancias nominalistas, también es igualmente verdad que los denominados baños de mar eran una de las diversiones más populares para miles de 'llonguets' al inicio de la pasada centuria, tal como recordaría Joan Mas Quetglas en su imprescindible libro Història de la ciutat de Palma. "A principis del segle era una de les poques activitats a l'abast de tothom i únicament calia respectar les normes més elementals de pudor per gaudir-ne", recordaba el citado autor.

AYER Y HOY

Como ocurrió con otras zonas costeras de Mallorca a partir de los años sesenta, Can Pastilla se abrió también al turismo con la construcción de diversos hoteles y locales de ocio, pero, al mismo tiempo, logró mantener buena parte de su fisonomía y de su idiosincrasia primigenias, tal como puede comprobarse recorriendo hoy a pie la barriada, en donde todavía abundan las plantas bajas y los comercios tradicionales, sobre todo en su segunda línea.

En cierta forma, el mayor cambio experimentado en Can Pastilla a lo largo del último medio siglo proviene no de la tierra, sino del cielo, ya que desde hace décadas la mayor parte de los aviones que despegan cada día de Son Sant Joan sobrevuelan la barriada. Por fortuna, la situación sonora es hoy algo mejor que hace apenas dos lustros, gracias a las sucesivas ayudas para el aislamiento acústico que ha ido ofreciendo AENA a las viviendas más afectadas por el ruido de las aeronaves.

Una persona que conoce muy bien el ayer y el hoy de Can Pastilla es la actual coordinadora municipal del distrito de la Platja de Palma, Paquita Oliver, que también se ocupa del día a día del Pla de Sant Jordi. Oliver depende jerárquicamente del regidor Miquel Busquets, concejal de Seguridad Ciudadana y Civismo de Cort en el presente mandato.

La labor principal de Oliver consiste, esencialmente, en estar en contacto con residentes, comerciantes, asociaciones vecinales y otras entidades de la Platja de Palma y de Sant Jordi para "atender las necesidades que puedan presentar". Por ello, visita de manera regular cada una de las barriadas que le corresponden. Se trata, en definitiva, de "acercar el Ajuntament de Palma a los barrios" y también de "trasladar todas las inquietudes" que le transmitan en cada zona.

PLANES DE CORT

Oliver enumera a mallorcadiario.com algunas de las actuaciones más recientes llevadas a cabo en Can Pastilla por el equipo de gobierno que preside el popular Jaime Martínez. "Se ha incrementado la limpieza en toda la zona en el marco del plan de choque de Emaya y ha habido también un aumento de la vigilancia policial", destaca, para añadir: "Además, se han renovado aceras y se han adaptado las paradas de la EMT a personas de movilidad reducida".

Con independencia de estas iniciativas, el consistorio palmesano prevé llevar a cabo allí otras actuaciones en los próximos meses. Una de ellas, de carácter medioambiental, se desarrollará en Es Carnatge. Tal como anunció el primer edil el pasado mes de noviembre, Cort invertirá 2,5 millones de euros —provenientes de la ecotasa— para la renaturalización, preservación y conservación de ese entorno natural.

Cabe destacar también la construcción de un casal de barri, en concreto en la calle Àncora, en un espacio en donde se ubicaba una antigua escoleta y que luego fue cedido a la asociación vecinal. El presupuesto de este futuro equipamiento es de 439.973 euros.

El principal objetivo en ambos casos es conseguir mejoras que reviertan en beneficio del conjunto de la barriada, tanto en la primera línea como en la segunda línea, dos enclaves unidos por su indisoluble pertenencia a Can Pastilla, aunque cada uno cuente con sus propias especificidades.

TEMPORADA ALTA

En la primera línea de playa, en la calle de les Nanses, se encuentra la agencia de excursiones Lemon Tours, que organiza tanto paseos en barco como salidas hasta las Cuevas del Drach, entre otras actividades. Esta agencia abrió sus puertas de nuevo el pasado 1 de abril, poco antes de la Semana Santa. "La cosa todavía no se mueve mucho, aunque seguro que pronto empezará ya a rodar", vaticina Manolo, que es el responsable de este establecimiento y que conoce muy bien todo lo relacionado con el sector turístico.

"Es mi primer año aquí, pero llevo ya treinta años en Peguera", subraya Manolo, quien también indica que más del 90 por cien de sus clientes actuales son extranjeros, "sobre todo alemanes e ingleses". Ese mismo porcentaje o uno muy aproximado podría aplicarse asimismo a la clientela mayoritaria en otros comercios ubicados en la primera línea. En cambio, la situación es algo diferente en la segunda línea, tal como nos confirma el dueño de la zapatería Art Deco, Francisco Bermúdez.

En sus inicios, esta zapatería ubicada en la calle Virgili era una tienda de decoración, "pero con el tiempo fuimos viendo que este sector no funcionaba bien aquí para los turistas". Por ello, hace tres años Bermúdez optó por sustituir los muebles por los zapatos. "Tuvimos que reinventarnos", reconoce. Su currículum laboral se remonta a 1992, cuando trabajaba en una barbería situada en esta misma calle. Posteriormente, hace algo más de una década, se hizo cargo de Art Deco. "Llevo toda mi vida aquí", dice con una sonrisa.

EN EL CENTRO

Algunos de los establecimientos situados en las inmediaciones de la citada zapatería son regentados por personas de origen asiático. "Hay clientes que cuando entran en mi negocio, se extrañan de hablar con un español", ironiza Bermúdez. Por otra parte, explica que en Can Pastilla "sigue habiendo mucha diferencia" entre temporada baja y temporada alta a nivel comercial. "En invierno, la barriada se queda casi sin gente, por lo que a los comercios de la zona que tenemos abierto todo el año nos resulta muy difícil poder subsistir", concluye.

Otro de los negocios que abre aquí de enero a diciembre es Regals La Estrella, en la avenida Bartomeu Riutort, que es receptor de Loterías y Apuestas del Estado. "La mayoría de mis clientes son españoles, pero también hay ingleses y franceses, que juegan al Euromillón", afirma su propietario, Toni, que lleva veinticinco años en este negocio. "Antes lo llevaba mi padre", rememora.

"Para dar un buen servicio, no tengo vacaciones, pero también es verdad que si las tuviese, no saldrían las cuentas", bromea a continuación, mientras va atendiendo con buen humor a varios clientes habituales. Por último, hace un gesto con la mano para que observemos en las dos paredes laterales los carteles o los diplomas de todos los grandes premios vendidos en su negocio más o menos recientemente, algunos de ellos de seis o incluso siete cifras.

PRESENCIA FAMILIAR

En la plaza Pius IX hay mercado cada martes y cada jueves, con paradas de frutas y verduras, de flores o de ropa. Uno de los 'botiguers' fijos en este mercado desde hace dieciocho años es Mateu, que trabaja junto con su hermano Sebastià. "La mayoría de nuestros clientes son de aquí", afirma. Cuando llega el verano, compran también en su parada algunos clientes turísticos, "pero suelen comprar poca cosa, seguramente por el todo incluido". Ambos hermanos ponen su parada de frutas y hortalizas en otros mercados, como el de Es Coll den Rabassa y el de Son Ferriol.

En la segunda línea de Can Pastilla se encuentran también el Hostal Maracaibo y la cafetería del mismo nombre. Este hostal es un establecimiento familiar que lleva abierto desde hace algo más de sesenta años, según nos confirma su copropietario, Poncio Bover Salom, quien también es el presidente de la Asociación de Vecinos Sant Antoni de la Platja.

"Aquí hay vecinos de toda la vida, pero Can Pastilla se ha convertido también, en cierta forma, en una ciudad dormitorio", asevera. Bover Salom explica a este digital que "todo ha cambiado mucho" en estos últimos años. "En mi calle, yo ya no conozco a nadie ahora", resume con un guiño cómplice. Por último, se pronuncia sobre el hecho de que cada dos o tres minutos estemos escuchando ahora el despegue de algún avión. "Llega un momento en que ya casi no los oigo, salvo cuando estoy en una terraza", sentencia.

En este recién iniciado mes de mayo, Can Pastilla se prepara un año más para recibir a decenas de miles de turistas, mientras, al mismo tiempo, sigue siendo todavía un ejemplo del equilibrio que debería de haber siempre en todas las barriadas entre tradición y modernidad.