Después de esta lección de ciudadanía es hora de practicar. Consumir. Consumir cultura más allá de las aulas. A menudo nos limitamos a pensar que con llevar a los hijos al colegio hemos cumplido. Y no es suficiente. Cada familia tenemos en nuestras manos mostrar que el saber, la creatividad y la formación sigue fuera de esas aulas. Si hemos dado un “téntol” al movimiento verde, reflexionemos ahora sobre la necesidad de consumir cultura con nuestros hijos. Es una opción, por supuesto. Museos y galerías facilitan introducirnos en el mundo del arte. A menudo con ofertas interesantes que nos pasan desapercibidas. Exposiciones varias y conciertos de música pueden resultar enriquecedores para pequeños y mayores, y una buena excusa para compartir un rato padres e hijos. La lectura viene facilitada por las redes de bibliotecas y sus profesionales, siempre dispuestos a darnos ayuda, consejo y actividades que animan a la lectura. Hasta los paseos por ciudades, pueblos y paisajes son una fuente de conocimiento. Muchas de estas actividades son gratuitas y están al alcance de todos. Después de estas semanas convulsas en cuánto a educación y docencia se refiere, reflexionemos también cuál es el papel que jugamos, todos, en la formación cultural de nuestros hijos. Un sábado en un centro comercial no puede ser perjudicial, evidentemente. Pero un rato en cualquier espacio de literatura, cine o música es beneficioso. Siempre. A veces los árboles no nos dejan ver el bosque



