Hay deportistas que, bien sea por su naturaleza física o por sus abrumadoras cualidades técnicas, proyectan la imagen de no tener nada que pueda detenerles. Es imposible asociar a Michael Jordan a un mal partido, a una floja eliminatoria de Conferencia. Rara vez cuestionaremos una arrancada de Messi o cómo coloca el pie Ronaldo al ejecutar una falta. Hubo un momento en el que Valentino Rossi o Michael Schumacher tenían un candado en sus críticas, casi como cuando corría Indurain. Así que ahora, justo cuando Rafal Nadal acaba de recuperar el número 1 de la ATP, es oportuno hacer la reflexión de si hay algún tenista mejor en la actualidad, alguien capaz de discutirle esa corona. Nadal, con Federer convirtiendo cada torneo en una despedida, sabe que sólo sus problemas físicos pueden alejarle de los focos. Ni siquiera Djokovic, con un talento impresionante para practicar este deporte, está en la misma escala de juego que el mallorquín. El recorrido que ha tenido que hacer para volver a colocarse la corona escapa a cualquier debate, a cualquier análisis, porque sólo se puede explicar desde esa condición de deportista superior. Enhorabuena.
