Tribuna

Defraudados por la “ecotasa”

La Sindicatura de Cuentas, órgano encargado de la supervisión financiera de la Comunidad Autónoma de les Illes Balears, acaba de confirmar lo que muchos presentíamos, e incluso, lo que algunos hemos venido denunciando, prácticamente clamando en el desierto, desde hace años: el gran engaño de la ecotasa. Desde que en el año 2017 el Govern anterior,  presidido por Francina Armengol, crease el llamado “impuesto de turismo sostenible” (conocido como “ecotasa”), hasta 2023, se habrían recaudado casi 700 millones de euros, de los que tan sólo se han ejecutado a fecha de hoy, proyectos por valor de 59 millones.

Cierto es que de los 698 Mn recaudados cabe excluir los 218 millones ingresados durante los años 2020, 2021 y 2022, que se destinaron a cubrir las necesidades de la disrupción provocada por la pandemia; es decir, que de los 480 millones restantes, solo se habrían ejecutado 59, apenas un 12,3% de lo recaudado. Para mayor abundamiento, el alto organismo de control alerta de graves problemas y fallos  en la gestión del impuesto sin que haya podido comprobar si los importes informados han sido realmente ejecutados en la forma y cuantía indicadas, sin que pueda precisar la situación real de los proyectos gestionados hasta el 31 de diciembre de 2023. ¿A qué se ha dedicado, entonces, el dinero que durante años hemos venido exigiendo, rigurosamente, a nuestros clientes, bajo riesgo de ser sancionados, explicándoles, incluso con folletos elaborados al efecto, que el mismo se destinaría a mejorar el entorno, básicamente medioambiental, de nuestras preciosas y vulnerables islas? ¿Nos han hecho partícipes involuntarios de un engaño? ¿no habría tal vez que devolver dichos importes, una vez comprobado que no se han invertido en aquello que se les aseguró?

No me cansaré de repetir que la ecotasa NO es eficaz como medida disuasoria de la demanda, sobre todo en temporada alta; que, como ha quedado en evidencia, tampoco es finalista, sin que pueda acreditarse que se invierte en la mejora de la calidad y sostenibilidad de nuestro modelo turístico o económico; a la vista está que tan solo ha sido eficaz para dos cosas: restarnos competitividad, encareciendo nuestro producto frente a otros destinos que no imponen impuestos a las pernoctaciones, y detraer dinero del bolsillo de nuestros turistas, un dinero que habría tenido un mayor impacto multiplicador si los clientes de hotel hubieran podido gastárselo en restaurantes, cultura, ocio o comercio local.

Hasta ahora ha sido “políticamente incorrecto” criticar a la ecotasa: ahora, pervertidas por la mala gestión las supuestas “virtudes” que se le atribuían, me gustaría que este toque de atención suscitara al menos una honesta reflexión, sobre si este impuesto es realmente la mejor manera de mejorar nuestro modelo social y económico (¡incluso se ha pretendido presentar la ecotasa como medio para solventar la crisis de la vivienda!)  o sobre si es la mejor fórmula para apoyar la sostenibilidad de nuestro sector. Si, como sospecho, la conclusión  fuera mantener el impuesto, exijamos al menos, como sufridos contribuyentes, que el desbarajuste anterior se transforme en una pulcra, transparente, eficaz e impecable gestión de un impuesto que seguimos cobrando a los turistas por pernoctar en nuestros hoteles.

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