Este domingo mallorcadiario.com ha publicado una entrevista a una de las voces más cualificadas en lo que respecta a la seguridad de la Playa de Palma. No en vano, el Mayor de la Policía Local de Palma Miguel Quetglas, además de ser politólogo, jurista y criminólogo, ha dedicado su tesis doctoral a la seguridad y políticas públicas de los destinos turísticos maduros, con especial mención al caso de la Playa de Palma, lugar en el que estuvo destinado bastantes años como inspector.
Las palabras de Quetglas nos abocan a una reflexión sociológica: el turista de la playa de Palma no es una persona de bajo poder adquisitivo, pero viene a Mallorca a comportarse de una manera peor de lo que haría en su lugar de residencia. Estas palabras nos recuerdan las que dijo en su día también en este medio digital Francisco Marín, expresidente de la Asociación Hotelera de la Playa de Palma, en torno al considerable gasto medio por habitación de hotel, teniendo en cuenta que la planta hotelera de la Playa de Palma está compuesta principalmente por alojamientos de cuatro y cinco estrellas.
Las palabras de Quetglas son tan contundentes y meridianas que más que explicarlas las reproduciré íntegramente aquí: <<Estos clientes vienen a nuestros destinos por la oferta del ocio y la diversión, como atractivo de grupo y personal; muchos de ellos con camisetas que se identifican con el destino turístico. Viven el síndrome de la "disneylarización". Cuando por primera vez entran en la calle Padre Bartolomé Salvá —Playa de Palma— o en la calle Punta Ballena —Magaluf—, parecen como niños pequeños cuando van a un parque Disney. El anonimato les permite realizar conductas que no harían en sus entornos cotidianos>>.
¿Qué le mueve a una persona de situación económica estable y con formación a buscar un destino de vacaciones donde comportarse incívicamente? ¿Por qué muchas personas necesitan desinhibirse? ¿Qué le pasa por la cabeza al turista? ¿Nos falta, como destino turístico, un estudio más profundo sobre la cuestión para que pueda ser atajada?
Seguramente, cuando se demoniza a los hoteleros instalados en la Playa de Palma se yerra en el tiro. Y también cuando se insinúa que la Policía Local no actúa con contundencia. Hay que tener presente que muchas conductas excesivas en las playas y calles del Arenal de Palma no pueden atajarse observando la legalidad vigente, lo que a buen seguro provoca altos índices de frustración en los efectivos de la Policía Local. Posiblemente no habrá un cambio de configuración del destino turístico hasta que no se analice la cuestión desde un punto de vista psicológico y sociológico para luego actuar en consonancia. Y con ello no me refiero a dar a conocer la Ordenanza Cívica de Palma en el lugar de origen. Seguro que el mayor Quetglas nos podría hablar mucho de ello.