El barril de petróleo ya ha emitido las primeras señales inflacionistas. Sin ir más lejos, en España, donde el IPC de diciembre, el que marca además las revisiones salariales para 2011, saltó hasta la cota del 3% en términos interanuales, tras un súbito repunte de siete décimas respecto al mismo mes de 2009. Nada menos que un punto por encima del objetivo de inflación marcado por el Banco Central Europeo (BCE) en una economía que sigue coqueteando con la recesión. De ahí que los mensajes oficiales se afanaran en achacar este súbito repunte de los precios a los dos elementos de la inflación subyacente -la energía y los alimentos-, quizás las rúbricas más dependientes de factores externos a la acción de Gobierno. Pero además, hay que temer a la factura energética, que ya ha acercado los precios de los carburantes a máximos históricos y catapultado el del transporte hasta registrar incrementos del 9,2%, a lo largo de este ejercicio. Según publica elconfidencial.com, el consenso del mercado atisba un precio del crudo apreciablemente más caro que los 79,60 dólares que ha costado, de media, en 2010. Entre una horquilla que parece oscilar entre un encarecimiento del 1%, que llevaría su cotización hasta niveles próximos a los 90 dólares, y del 26%, que impulsaría el barril, tanto el West Texas Intermediate (WTI), de referencia en Estados Unidos, como el Brent -en Europa- hasta los 100 dólares. Eso sí, sin alcanzar la histórica cota de los 147 dólares registrada el 11 de julio de 2008 en medio de un cruce de acusaciones entre países productores y consumidores a cuenta de las presiones especulativas en el mercado de la energía. Un panorama que ha dejado en las primeras semanas de enero una nítida declaración de intenciones, con un precio del barril cómodamente instalado por encima de los 90 dólares a uno y otro lado del Atlántico. Entre otras, por cuatro razones fundadas, según el reportaje firmado por Ignacio Juan Domingo: los planes de contención de gastos en los que aún están sumidas las grandes petroleras, a la espera de que se rebase el punto crítico de producción; la disminución de las tensiones nacionalistas en gobiernos como el ruso o el venezolano; la mayor firmeza forjada por el dólar frente al resto de divisas, y el final de la preocupación de que la extracción de crudo se acercaba a la máxima producción. A las que hay que añadir otro trío de parámetros de especial incidencia. Por una parte, el mayor stock de combustible almacenado por las naciones importadoras de energía; por otro, el aumento de la capacidad de las refinerías y, por último, la prolongada parada técnica de la OPEP puede reactivarse en cualquier momento. De hecho, el mensaje del cártel petrolífero, en su última reunión del año, fue desear un barril que oscile entre los 70 y 80 dólares que, para los analistas, significa la antesala de un precio de tres dígitos. REPUNTE DE 1,3 MILLONES DE BARRILES AL DÍA Las previsiones energéticas mundiales, siempre según el artículo de elconfidencial.com, dan por buenas varios cálculos oficiales: que el consumo del mix energético global crecerá un 2,9% este año y, dentro de este cóctel -que incluye gas, carbón, nuclear y el compendio de energías renovables-, el alza del petróleo será del 1,5%, según la Agencia Internacional de la Energía (AIE). Un cuadro de mando que en términos cuantitativos supone un repunte de 1,3 millones de barriles al día y en torno a los 88,8 millones extra para todo 2011; que la OPEP mantendrá con disciplina sus decisiones sobre cuotas productivas, o que el carbón, lejos de reducir su aportación al pastel energético mundial, conservará su actual segunda posición en el mix global, con el 28% del consumo, sólo seis puntos por debajo del petróleo. En segundo término, otros estudios de marcado acento macroeconómico aceptan el complejo y preocupante diagnóstico de que la economía mundial -impulsada por los mercados emergentes-, la de Estados Unidos y la europea, navegan por rumbos diferentes. El PIB global crecerá en torno al 5% debido, sobre todo, a que China, lejos de sufrir un aterrizaje brusco es capaz de mantener un crecimiento del 10%, mientras que el PIB americano parece abocado a marcar una doble recesión que le dirigirá a un alza anual de, tan sólo, un 2%, mientras la zona del euro, sostenida por la locomotora alemana -la economía industrializada con mayor dinamismo-, apenas tendrá aire para levantar la cabeza; eso sí, a costa de retroceder en sus niveles de competitividad. China, Estados Unidos y Europa son los grandes compradores de petróleo junto a Japón e India. Alguno de ellos, además, ha hecho acopio de provisiones durante la crisis financiera. La mayor potencia mundial, por ejemplo, tenía a finales de diciembre de 2010 unos inventarios de crudo de 339,4 millones de barriles, un 24,7% por encima de sus stocks de sus normas estacionales, que engloban periodos de cinco años, asegura el Departamento de Energía americano. Mientras su demanda prevista para 2011, a los ojos de la AIE, permanecerá casi inalterable -al igual que la de Europa, que crecerá apenas un 0,7%-, lo que anticipa el nulo vigor de las economías transatlánticas. Sin embargo, y como contraste, China, que acapara el 11% de la factura mundial de petróleo, elevará en un 4,8% su dependencia del crudo, hasta llegar a consumir 9,7 millones de barriles diarios para satisfacer su actual dinamismo. Y en tercer lugar, asuntos de índole geoestratégica. En especial, en Oriente Próximo, donde los redoblados esfuerzos diplomáticos de la Casa Blanca por alcanzar la histórica paz entre israelíes y palestinos pueden sufrir reveses y tornarse de nuevo en un polvorín. Pero también en la sempiterna amenaza de Al Qaeda de atentar contra instalaciones energéticas neurálgicas, un riesgo que eleva como ningún otro el llamado impuesto del terror sobre el barril de crudo -o prima especial por garantizar el suministro en situaciones de emergencia global- y que algunos think-tanks de seguridad sitúan en torno al 20% del precio del barril en épocas de peligro inminente, al tiempo que alertan a Estados Unidos, Europa. China, Japón o India que eleven sus inventarios de curso para mitigar el colapso energético de un hipotético atentado contra centrales nucleares, oleoductos u otras infraestructuras. O, como telón de fondo, en los múltiples efectos que surgirán -y que aún siguen sin identificarse con precisión- del decoupling de los mercados emergentes, pero que informes el ya tradicional ‘El Mundo en 2050’ de la multinacional de servicios profesionales PriceWaterhouseCoopers (PwC) ayudan a atisbar. La versión de 2011, recién publicada en Londres, pronostica sin tapujos que los siete mayores economías en desarrollo -los BRIC más México, Indonesia y Turquía- superarán ya en 2020 al PIB del G-7, medidos en Paridad de Poder de Compra (PPP) que la tendencia más baja en precios de los primeros frente a las potencias de rentas altas, aclara su John Hawksworth, su economista jefe. De estas 14 naciones, sólo dos -Rusia y México- son exportadoras netas de petróleo, aunque ajenas al cártel de la OPEP, y una más (Brasil) está en disposición de serlo tras descubrir ingentes bolsas de crudo en su subsuelo marino. EL MERCADO “NAVEGA EN UNA TRANSICIÓN” David Greely, analista de Goldman Sachs explica su predicción desde otra óptica. A su juicio, el mercado del petróleo “navega en estos momentos en una transición, desde la fase de recorte de inventarios desde sus cotas más altas por el colapso de la demanda energética derivada de la recesión, hasta el periodo en el que la OPEP reducirá de nuevo su capacidad de extracción”, lo que impulsará el precio del barril hasta los 105 dólares de media en 2011 y los 110 dólares en 2012, en el caso del WTI y sólo un dólar y medio por debajo el Brent. Una previsión que, según elconfidencial.com, se asienta en una recuperación continuada de la economía mundial a partir de la segunda mitad de este año que se trasladará también al mercado de la energía. Y que Francisco Blanch, estratega de materias primas de Merrill Lynch Bank of America ya vislumbra porque, en su opinión, “el petróleo ha emprendido una senda de rigidez porque la demanda va ganando terreno de forma lenta pero continuada a la oferta”. Sin embargo, Blanch es de los economistas que sitúa el precio de barril por debajo de los 100 dólares de media tanto en el mercado europeo como en el americano. Steven Wood, director gerente de Moody’s en análisis energéticos, se apunta a la tesis de un barril por encima de los 80 dólares en 2011, precio suficiente para mejorar los ingresos de las petroleras que, por otro lado, tendrán que afrontar aún este ejercicio costes adicionales de exploración y producción. “A menos que se produzca una significativa e inesperada ralentización de la economía mundial”, advierte.
