El mallorquinismo aspiraba a celebrar un siglo de vida con bastante más brillo porque la comisión creada al efecto por Utz Claassen, presidida por Toni Tugores, ha constituido otro de los grandes fracasos y renuncias del 2016 que se nos va.
Una historia oficialista y un acto central con listas negras inspirado en menos de cinco lustros de los veinte de que constan los anales del club, resumen el escaso ingenio y total sumisión de los organizadores. El Teatro Principal fue escenario de una vergonzosa puesta en escena inspirada y censurada por el hombre que solo unos meses después de organizar su propio homenaje volvería a dejar en quiebra los números de la centenaria institución. Lo mismo que hizo con el Hannover, aunque allí le vieron venir y apenas aguantó treinta días. Aquí somos más tontos o más generosos. Un poster infantil presidido por un logotipo con mucho corazón y ninguna alma, cuyas camisetas conmemorativas ya se venden en rebajas, y un himno más propio de un funeral que de un evento deportivo, completan la triste serie, a falta de un último capítulo anunciado, una película aún por estrenar.
Las penurias del primer equipo para salvar la categoría en junio, la inquietud que genera su actual clasificación, la fractura interna entre plantilla y dirigentes, la precariedad de la tesorería y la indiferente y lejana mirada de Robert Sarver y sus socios, terminan por dibujar el mapa de un año que, en lugar de reavivar la memoria, invita al olvido.






