Este pasado domingo se celebró en IB3 el debate electoral con presencia de los candidatos de todos los partidos y grupos políticos que obtuvieron representación en las pasadas elecciones autonómicas.
No sé si habrá más debates, ya sea de candidatos a los Consells Insulars o al Ayuntamiento de Palma, pero este debate entre los primeras espadas de cada formación nos ha dado una idea bastante clara de por dónde va a ir la campaña, excepto alguna oferta sorpresa sobrevenida, en función de cómo consideren que les está funcionando, o no funcionando, la táctica esbozada en este primer asalto.
De entrada se observó una clara diferencia entre los partidos de ámbito estatal y aquellos circunscritos al territorio insular, ya sean las Baleares en conjunto o solo alguna de ellas.
Los candidatos de partidos estatales se atuvieron a sus estrategias y consignas globales, adaptándolas a la situación concreta de Baleares, y también fue notorio el diferente estado de ánimo según sean las expectativas de sus respectivas casas matrices.
Así, la candidata de Ciudadanos, Patricia Guasp, estuvo dubitativa, errática, un poco como alma en pena, como su partido, que se ve venir una debacle que lo coloque en el límite de la desaparición. Una participación muy mediocre .
Tampoco fue muy boyante la intervención de Antònia Jover, de Podemos, probablemente condicionada por las dificultades de su formación en el seno del gobierno español y en su entorno de alianzas, complicado desde la aparición de Suma y la poca sintonía con Yolanda Díaz. Dejó una impresión poco solvente y un discurso demasiado esquemático y con una elevada carga sectaria.
El representante de Vox, Jorge Campos, se mostró, en cambio, casi eufórico, como lo está su partido a nivel de toda España. Expuso su propuestas con claridad y contundencia; lo que ocurre es que su ideología y su programa son manifiestamente neofranquistas, por decirlo suavemente, de un repulsivo ultranacionalismo español con una profunda carga antidemocrática, antisocial, populista, contraria al estado de las autonomías y a las lenguas no castellanas.
Marga Prohens, del Partido Popular, estuvo solvente sin alardes. Expuso su programa y atacó, es lógico, la labor de gobierno de Francina Armengol. No se salió de un guión que parecía exigir mesura y, sobre todo, diferenciarse de Vox sin, por otra parte, atacar a la formación ultraderechista, probablemente convencida de que la necesitará para gobernar caso de que sumen suficientes diputados tras las elecciones. Parece confiar más en los deméritos del actual gobierno del PSOE que en sus propias propuestas.
La presidenta en las dos últimas legislaturas, Francina Armengol, del PSOE, también estuvo solvente sin alardes. Expuso los aciertos de su acción de gobierno, silenció los errores y se mostró muy cómoda con su posición y la de su partido gobernando tanto en la autonomía como en España.
Los partidos y formaciones exclusivamente baleares se mostraron más inconformistas y críticas, sobre todo con el gobierno central y los partidos estatales.
Sílvia Tur, de Gent per Formentera, hizo un discurso casi exclusivamente insularista y mostró gran proximidad con la presidenta Armengol. Su programa se circunscribe a Formentera y, prácticamente, es de interés solo para los formenterers.
Josep Castells, de Més per Menorca, hizo también un discurso muy insularista, restringido a Menorca, y fue crítico con algunos aspectos de la gestión de gobierno de Armengol de estos últimos años.
Lluís Apesteguia, de Més per Mallorca, hizo una intervención en que lo más llamativo fue un discurso que sonó a fuertemente antiturístico. Se explicó bien y con contundencia, aunque no dijo nada de las múltiples contradicciones en que ha incurrido su partido formando parte del gobierno autonómico.
Josep Melià, por El Pi, fue de menos a más, y acabó con un discurso brillante. Expuso con claridad sus posturas y resultó convincente en su defensa de mejor financiación (régimen especial), fundamentar el desarrollo económico en un turismo que necesariamente debe modernizarse, apoyar a los ciudadanos con medidas que favorezcan el mantenimiento y la transmisión del patrimonio familiar, defender la lengua catalana en la educación y la función pública, incluida la sanidad, y la necesidad de controlar el crecimiento poblacional desbocado que venimos padeciendo desde hace tiempo.