Elecciones, programas, discursos, mítines, entrevistas, besos y abrazos, todo ello para ver quien le mete mano de una forma u otra a nuestros bolsillos. Si, porque todas las reformas o nuevos proyectos, pasarán inevitablemente por una financiación, llámese vía impuestos. Indirectos, directos, proporcionales, progresivos, escalonados. Cada político nos lo venderá de una forma distinta, engañosa, o directamente falsa, pero al final desembarcaran en nuestros bolsillos, y con un poco de suerte nos dejarán para el café.
Si los resultados son buenos para todos, algo recuperaremos o incluso haciendo un ejercicio de buenismo, hasta ganamos algo, si los planes fracasan, nadie saldrá a ayudarnos, salvo que alguno de ustedes tenga un Banco, y me refiero de los de verdad,no para sentarse, este ultimo es simplemente para esperar sentado y desesperar.
Hagamos un pequeño ejercicio, desglosemos la bolsa de la compra diaria y sus gastos cotidianos.
Productos básicos como el pan, la leche, el agua, afectados en su precio muchas veces por el precio de los carburantes, o los impuestos a empresas. Gastos comunes como el mismo transporte público, el IRPF de nuestras nóminas, la conectividad aerea y marítima (lacra por sus excesos en nuestras Islas) los impuestos indirectos IVA, que gravan todos los artículos independientemente de su Renta disponible, los directos, como bienes inmuebles, tasas de basuras etc.
Ya estamos donde quería llegar, y lanzo la pregunta, ¿De donde salen las propuestas, y las personas más fiables para que esa impronta en nuestros bolsillos, derivada de impuestos de todas clases, sea algo más beneficiosa para todos? La respuesta la pueden dar en forma de votos en los próximos comicios electorales.
Ah, se me olvidaba, “que a esto se le llama votar con el bolsillo”, si les parece otro día hablamos de ideologías, y de planteamientos filosofales, hoy solo he venido a hablar de “EL DINERO DE LOS DEMÁS” el suyo, el mío, el de todos, y a quién se lo vamos a confiar.