Aún no nos hemos recuperado de la consternación causada por la muerte de una niña de 12 años en Palma que, agobiada por distintas situaciones, no las pudo soportar y se lanzó por la ventana de su habitación al vacío. Era un quinto piso.
La Policía hace su trabajo y ya ha efectuado interrogatorios en los ámbitos familiar y educativo. Se sabrá por qué tomó esa incomprensible decisión gracias también a que dejó una carta de despedida de la que apenas han trascendido algunos datos.
Se sabe por esa carta que en el colegio no estaba bien, aunque estamos muy lejos de poder afirmar que estamos ante un caso de bulling. Se sabe también que en casa tenía problemas con su padre, pero la Policía aún no ha determinado que esa sea la causa del suicidio.
Lo que me preocupa ahora es el silencio del colegio de la niña. Ha hablado la Conselleria de Educació y también lo ha hecho la Policía. Sin embargo, y a pesar de las muchas peticiones recibidas, Madre Alberta guarda silencio.
A partir de la publicación de la noticia en mallorcadiario.com, padres de alumnos, exalumnos y exalumnas han insertado comentarios de distinto signo en este digital. Les invito a que los sigan. Hay de todo: desde las alabanzas a la Congregación de la Pureza de María (a la que pertenece el centro escolar) hasta los que señalan que en ese centro puede producirse un caso de bulling sin que nadie haga nada al respecto. ¿A quien hacer caso?
La niña era colombiana y quizás padeciera algo de sobrepeso. Niños y adolescentes pueden ser tremendamente crueles ante estas "diferencias" aunque sea de una forma inconsciente. Los efectos en la víctima, ya los conocemos de otros casos. Pero es el centro el que tiene la obligación de detectarlos, denunciarlos y tomar las medidas complementarias oportunas.
No tengo nada que decir ni de los contenidos educativos ni de la forma de educar de Madre Alberta, pero su silencio alimenta todo tipo de suspicacias. Y eso intranquiliza a los 1.500 padres de sus 2.000 alumnos. Los de ahora y los del futuro.
