La presencia de una mujer con un nicab (velo que sólo deja visibles los ojos) en una consulta de Son Espases ha vuelto a poner de manifiesto un problema no resuelto, que es la aceptación o no de estos atuendos en los centros públicos, porque el asunto no es baladí, ya que, independientemente de las decisiones personales de cada uno, está el tema de la seguridad. Esta indumentaria oculta a quien la viste, que tanto puede ser hombre como mujer, como ser portador de armas o de cualquier tipo objetos contundentes, por lo que estamos hablando de un tema que no puede tomarse a broma. Todos conocemos casos de mujeres musulmanas que han exigido, a través de sus maridos, naturalmente, ser atendidas por médicas, negándose a ser visitadas por hombres, invocando derechos que en nuestro país no existen porque a nadie se le pasa por la cabeza esta idea, y nuestros gobernantes han cedido porque consideran que es más importante atenderlas que enzarzarse en una polémica. La solución no es fácil, pero hay que tomarla y no sólo en cuanto a la vestimenta sino a todo este tipo de exigencias que no tienen ninguna razón de ser. El miedo a tomar decisiones difíciles se ha convertido en algo cotidiano y ya es hora de afrontar con valentía temas políticamente incorrectos.
