En los aledaños del día de Acción de Gracias, fijaré mi atención en las aves para redimirme de la querencia habitual de los periodistas por hablar de los políticos más que de la política. Ya sé que el Partido Popular tiene de logotipo una gaviota y que los inquilinos de la Moncloa comparten con los del Consolat una propensión por la polémica, pero hoy no toca. Tampoco voy a detenerme en el AVE que pronto llegará a París desde Barcelona, sin que ayuden mucho los fondos estructurales para la colaboración transfronteriza. Siquiera cederé a la tentación de criticar a los medios de comunicación que se han regodeado en el agravio a Yolanda Barcina por parte de unos energúmenos que quieren parar a “tartazos” el AVE a su tierra. Renuncio también a redactar adjetivos, por falta de espacio y respeto a los niños que me lean, para calificar a los pájaros andaluces que en lugar de sindicalistas parecen aves carroñeras. Hoy ha llegado el momento de rendirme ante Obama, ya que me siento especialmente sensibilizado por su solidaridad con Caramel y Popcorn, los indultados pavos de Minesota. La magnanimidad del presidente afroamericano les permitió anoche pernoctar en un hotel de lujo, antes de fijar su nueva residencia en Mount Vernon, la que fuera mansión de George Washington y donde convivirán con otros semejantes que, por votación popular, evitaron morir cubiertos de arándanos y rellenos de manzanas. Sin faltar al respeto que le tengo a las tradiciones, sobre todo las seculares que han moldeado nuestra idiosincrasia, me cuesta trabajo asimilar la repercusión que en las redes sociales y en algunos de nuestros medios convencionales está teniendo el “acontecimiento”, con la que está cayendo por estos lares. Sobre todo porque también implica una colonización cultural, que cala como lluvia fina, a la que siquiera nos resistimos ni un ápice. No creo que debamos hacer discriminación positiva en favor de los Reyes Magos, sancionando a quien cuelgue de su balcón un Santa Claus venido de Oriente, pero le haremos un flaco favor nuestra identidad y sembraremos nuestro futuro de dudas si renunciamos tan rápido a nuestras costumbres o si sólo somos capaces de impulsar nuestro comercio importando el Black Friday.