Palma registra más de 1.500 mujeres bajo protección policial por violencia machista y apenas una veintena con pulsera antimaltratadores. ¿Cree que estas mujeres están suficientemente protegidas?
— Creo que es necesario revisar el sistema de protección. Yo no soy quien debe valorar si las mujeres están bien protegidas o no, porque no es una competencia directa nuestra. Sí puedo decir que, en nuestro trabajo con las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad, me consta que siguen los protocolos establecidos para evaluar el riesgo de las víctimas, y que los jueces también cumplen con su labor.Pero, aun así, considero que hace falta una revisión jurisprudencial: cuándo se conceden las medidas de protección, cómo se asignan, cómo se clasifican los riesgos dentro de VioGén. Es un trabajo que debe hacerse. Igual que la Administración autonómica está revisando muchos procedimientos, los sistemas de protección también necesitan una revisión.
Tras el caso de Costitx mucha gente se pregunta qué aprendizaje deja un episodio así: una víctima que denuncia, que tiene medidas de protección, que cuenta con una orden de alejamiento… y aun así sigue siendo vulnerable.
— No quiero centrarme solo en ese caso, pero sí puedo explicar que, en concreto, pedimos una revisión. Creo que revisar los casos es imprescindible. En el Ministerio de Igualdad se hacía cuando había un feminicidio. Y es evidente que cuando, desde Delegación del Gobierno, un caso muestra que la víctima actuó conforme al protocolo y aun así falló algo, hay que revisar. No podemos permitir que las mujeres vivan con miedo. El error no puede normalizarse. Toda persona tiene derecho a vivir en libertad y tranquilidad.
"No podemos permitir que las mujeres vivan con miedo"
A veces da la sensación de que pedimos heroicidad a las víctimas. Como si debieran ser valientes para separarse o denunciar.
— Nunca me gusta poner el foco en la víctima. Decir que una mujer “tiene que ser valiente” es un error. Ella no tiene que ser valiente: lo que tiene que existir es una respuesta adecuada de la sociedad y de las instituciones. Debemos conocer los ciclos de la violencia, saber detectar cuándo ocurre y acompañarla con respeto. Ese es el punto de partida de la campaña “Alça la veu”: no va dirigida a las víctimas, sino al entorno, a la sociedad, a quienes pueden detectar señales que la propia mujer no explica, muchas veces para no preocupar a sus seres queridos. La detección es fundamental. Y ahí necesitamos a toda la sociedad: centros educativos, centros de salud, servicios sociales comunitarios. Hay mujeres que entran en un ambulatorio por cualquier dolencia y, tirando un poco del hilo, puede detectarse violencia.
"Decir que una mujer “tiene que ser valiente” es un error"
La presidenta del Govern explicó que se ha encargado a la Fundació Universitat-Empresa un estudio específico para analizar perfiles de agresores, incluso en violaciones grupales. ¿Para qué servirá esta investigación?
— Ese estudio lo impulsamos en verano de 2023, un verano durísimo en agresiones sexuales. Era noticia de portada cada dos por tres. Vimos la necesidad de comprender por qué ocurre, qué factores sociodemográficos confluyen y cómo evolucionan los patrones. La parte de agresores pretende analizar si existe o no un perfil. En feminicidios sí lo conocemos, pero en agresiones sexuales no siempre hay patrones claros: la nacionalidad, por ejemplo, no determina nada. El estudio nos dirá si hay o no perfiles significativos, qué factores coinciden, cuál es la reincidencia… y a partir de ahí podremos diseñar medidas. La previsión es tener resultados en abril de 2027. Estamos teniendo algunas dificultades de acceso a ciertos datos, pero seguimos trabajando.
¿Qué es Ib-Dona, qué hace exactamente y cuántas personas trabajan aquí?
— Ib-Dona es una institución pública. Somos un organismo autónomo, con capacidad para tramitar desde aquí contratos, convenios y subvenciones. Somos 27 personas, organizadas en tres servicios: gestión económica, planificación y evaluación, y gestión de proyectos. Hacemos, además, campañas del 8M, 25N, 11F y un sinfín de proyectos, pero lo más importante es la coordinación: que cuando una mujer llega al servicio 24 horas, esté acompañada de manera profesional y segura.
¿Tienen recursos presupuestarios suficientes?
— Siempre se puede mejorar, pero el Govern nos ha dado apoyo. Hemos creado nuevos proyectos cuando ha sido necesario, como el de visados o el de estrategia de igualdad. Es un trabajo ingente, transversal, que requiere muchos esfuerzos. Pero nunca hemos encontrado una puerta cerrada.
¿El resto de instituciones —consells insulars, ayuntamientos— están igual de implicadas?
— Sí. Hay colaboración real. Nos reunimos cada seis meses y trabajamos conjuntamente. Gracias a esa coordinación hemos podido abrir los centros de crisis en todas las islas. Lo que nos encontramos era un convenio firmado y sin ejecutar; lo hemos transformado en centros reales y operativos. Y cuando una institución necesita apoyo, intentamos ofrecérselo. La colaboración es total.
Hay preocupación entre docentes, familias y especialistas por la normalización de la violencia entre jóvenes. ¿También lo han detectado?
— Sí, y mucho. En las mesas locales de coordinación, sobre todo desde los institutos, lo trasladan continuamente. Mañana mismo tenemos una mesa subinsular para abordar estas preocupaciones.No podemos aflojar el mensaje. Falta formación, falta información, y hay mitos muy dañinos alimentados por ciertos youtubers que difunden discursos terribles. Necesitamos más herramientas para que el profesorado pueda desmontar estas situaciones. La educación afectivo-sexual debe estar presente en todas las etapas de la vida, cada una con su contenido. La pornografía temprana también contribuye a normalizar conductas que no son normales, y por eso impulsamos un documental específico sobre pornografía. Los jóvenes deben hacerse preguntas.
"La pornografía temprana también contribuye a normalizar conductas que no son normales"
¿Hay los recursos suficientes para apoyar a las mujeres que dan el paso de pedir ayuda?
— Siempre se pueden mejorar, claro. Las realidades han cambiado: antes una mujer podía dejar la casa y alquilar otra; hoy, con el precio de la vivienda, no siempre es posible. Cuando el Consell de Mallorca tuvo saturación, pusimos cinco pisos puente a través de un convenio. También tenemos acuerdos en materia de vivienda para facilitar salidas. Pero hay algo clave: una mujer puede soportar muchas cosas, pero muchas no soportan dejar a sus hijos con el agresor. Ese es uno de los mayores temores, y el sistema debe ser capaz de responder a esa realidad.
¿Encuentran esa respuesta?
— Hay casos en los que sí. He visitado recursos donde las mujeres y sus hijos te agradecen cualquier cosa. Son personas vulnerables que valoran enormemente cada gesto. El año pasado hicimos una encuesta entre mujeres atendidas en recursos: surgieron mejoras necesarias y estamos aplicándolas, con formación para profesionales, especialmente en salud. Las mujeres son nuestro espejo. Nos dicen qué debemos mejorar. Escucharlas humaniza la institución pública. Cuando una mujer entra aquí, aunque deba derivarse a otro recurso, necesitamos parar, atenderla y escucharla. Ese gesto es imprescindible. Humanizar el servicio debe ser nuestra prioridad.
