¿Es bueno o es malo? El ermitaño sabio

¿Te acuerdas de mi yegua? ¡Pues ha vuelto! ¡Y además está embarazada y ha vuelto con un caballo formidable!

¿Y eso es bueno o malo? volvió responder al sabio.

Ahora sí que el hombre de la yegua no entendía nada de nada. Empezaba a pensar que el ermitaño no era tan sabio como decía la gente. Pues claro que era una noticia estupenda... y así se lo dijo. Mientras, el sabio pensaba en silencio.

Al cabo de poco tiempo, nació el potro. El hijo del dueño de los caballos se hizo inseparable del potro y le gustaba mucho cabalgar en su lomo. Hasta que un día el niño se cayó del caballo y se partió una pierna. Entonces el dueño de los caballos decidió volver a visitar al ermitaño para contarle sus desventuras.

- ¡No sabes qué tragedia nos ha pasado! ¿Te acuerdas de la yegua que se había escapado y había vuelto embarazada? Pues a mi hijo le gustaba mucho cabalgar el potro que nació; ahora se ha caído y se ha partido una pierna. empiezo a pensar que quizás habría sido mejor que la yegua no hubiera vuelto nunca.

El ermitaño lo miró sonriendo con un brillo en los ojos y volvió a repetir su respuesta:

¿Y crees que eso es bueno o malo?

El hombre se fue uno poco enfadado sin saber qué pensar: le parecía que esa respuesta era absurda y que el ermitaño tal vez estaba un poco loco. Pero era verdad que el hecho de que la yegua volviese, que al principio le había parecido una buena noticia, había sido la causa de que su hijo se partiese una pierna, y por eso tal vez no había sido tan bueno que la yegua hubiese vuelto. Sin embargo, ¿qué podía tener de bueno que su hijo se hubiese caído?

Al cabo de poco tiempo se declaró una guerra contra el país vecino y vinieron a todos los pueblos para reclutar hombres y niños. El hijo del dueño del caballo se pudo librar del reclutamiento y de ir a la guerra gracias a que estaba herido y tenía una pierna rota, y que por eso no sería útil en el frente de batalla.

Cuando el dueño de los caballos se disponía a volver a consultar al sabio, se detuvo a meditar y pudo apreciar cuánta razón tenía el sabio en preguntar si lo que sucedió era bueno o malo.

El principito

Buenos días, dijo el principito

- Buenos días, dijo el mercader

-Era un mercader de píldoras guay que aplacan la sed.

Se toma una por semana y no se siente mas la necesidad de beber -¿Por qué vendes eso ?dijo el principito.

-Es una gran economía de tiempo-dijo el mercader-los expertos han hecho cálculos.

Se ahorran 60 minutos por semana ¿ Y qué se hace con esos 60 minutos?

Se hace lo que se quiere.

El principito dijo, si tuviera 60 minutos para gastar, caminaría muy suavemente hacia una fuente.

Recuerden , aquí y ahora, en derrota transitoria pero nunca en doma y menos aún en quejorrea lacrimante y patética. Aupa el estrés posva

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