LLega el verano de 2017 caldeado. A nivel político como siempre, esa burbuja de agua con apariencia de estallar en cualquier momento, se asentará momentáneamente (mientras duran las vacaciones de Diputados, Senadores, Consellers y Concejales), para concedernos una tregua al suplicio y devolvernos en septiembre (a mediados, no vaya a ser que nos herniemos de tanto trabajar) al absurdo en que consiste hacernos creer que trabajan para arreglar lo que ellos mismos desbaratan. La obsesión a partir de septiembre: Referéndum.
Caldeadito también desde el punto de vista climatológico, que menciono por cansancio porque no entiendo a que viene a que cada día deba ser noticia. Soy fiel seguidora de los programas de “el tiempo”, a los que me enganche hace años cuando en TV3 aparecía Alfred Rodriguez Picó, quien, al margen de saber mucho, sabía comunicar de tal manera que me consta que muchos de mi quinta desde entonces siguen las informaciones meteorológicas a diario. Lo que no comparto es esa necesidad de convertir en noticia lo que no lo es, y que nos tengan que fustigar con entrevistas a personas anónimas que aparecen diciendo “ uf, mucho calor si, esto es insoportable” o todo lo contrario. ¿A mi que me importa lo que piensa un señor de Albacete (con todos los respetos a Albacete), del calor que hizo ayer allí o del que hará mañana?
Caldeado esta el tema, en nuestras Islas, por la saturación de las carreteras de todo tipo y de los accesos a los lugares turísticos de interés. No cabemos, es así de fácil, y de nada sirve desesperarse con los atascos porque aquí, hagamos lo que hagamos y vayamos donde vayamos, serán 5 minutos más o 5 minutos menos, Lo sorprendente de estos atascos veraniegos es que la mayoría de las veces se deben a nada, absolutamente nada. Tengo la convicción de que el tema atascos mejorara el día que los vehículos ya no sean conducidos por humanos sino por “Siri” o cualquier otro robot que no aminorara la marcha para contemplar el paisaje, o para contemplar embelesados a otro vehículo detenido en el arcén sin motivo aparente. Robots que mantendrán las distancias necesarias para garantizar la seguridad, que serán incapaces de chocar entre sí, de rozarse ni tan siquiera. Será una nueva Era en la que el único peligro consistirá en que algún humano quite el piloto automático de su vehículo para rememorar tiempos pasados.
Es inevitable que cada dos o tres semanas me tiente hablar de futuro, lo sé, pero no hacerlo me es imposible ante la evidencia de los cambios tecnológicos que están por venir. El Ministerio de Fomento esta preparando el borrador de la nueva regulación para la utilización civil de las aeronaves controladas por control remoto que modificará el Real Decreto 552/2014. Esta norma permitirá el uso de UAVs (vehículos aéreos no tripulados) en zonas urbanas, más allá del alcance visual o incluso para operar de noche (por si no nos bastaban los variados ruidos nocturnos).
La norma prevé, entre otras, la posibilidad de vuelo sobre aglomeraciones de edificios en ciudades o pueblos, lugares habitados o reuniones de personas al aire libre, de aeronaves cuya masa máxima al despegue no exceda de 10 kg dentro del alcance visual del piloto, a una distancia horizontal máxima del piloto de 100 m, y a una altura máxima sobre el terreno no mayor de 120 m. Prefiero no imaginarme como van a regular nuestros responsables políticos la aplicación de esta norma, el control de su seguimiento y en su caso, su posterior sanción. Dependerá, imagino, del juego político mediático que les de el asunto, cuando llegue el momento claro, porque ahora lo que toca es irse de vacaciones, que ya estamos en verano.





