Estoy harto

No es mi intención, cuando me enfrento al folio en blanco, caer en una agonía más propia de Joaquín Sabina. Dijo Benedetti que “un pesimista es sólo un optimista bien informado”. Pues bien, si nos informamos, aunque sólo sea un poco, no hay motivos para ser optimista, más bien al contrario.

Personalmente estoy harto, saturado, aburrido y tremendamente decepcionado de lo que estoy viendo y oyendo estas últimas semanas, menos más que el espíritu navideño nos llegará en unos días y todos cambiaremos de actitud.

Estoy harto de la intolerancia de los podemitas y de los independentistas de Cataluña, y estoy harto de sus adversarios políticos que han irrumpido en la escena política en las recientísimas elecciones andaluzas con la friolera cantidad de cuatrocientos mil votos. Estoy harto de que no se respeten a esos votantes, como se respetan al resto de andaluces que acudieron a las urnas así como a los que optaron por la abstención.

Estoy harto de los discursos guerra civilistas cuando se da una alerta anti fascista desde un partido político contra otro cuando ambos están inscritos en el mismo registro de partidos políticos del Ministerio del Interior.

Estoy harto de que Podemos se presente como adalid de la democracia cuando proclama ideas anticonstitucionales como lo hace Vox y la Vicepresidente Calvo, profesora de derecho constitucional, sólo afee la conducta a uno y no se atreva a instar su declaración de ilegalidad como si hicieron con otros partidos hace años.

Estoy harto de que por parte de las autoridades se haga dejación de funciones para iniciar una operación bikini de cuarenta y ocho horas y se permita a milicianos asaltar los peajes, con el consentimiento del resto de autoridades, para asombro de los ciudadanos.

Estoy harto de que empiece a calar en la ciudadanía que incumplir la Ley no tiene consecuencias pues lo vemos a diario en los telediarios y por eso podemos circular con bicicletas y patinetes por las aceras insultando a los peatones que se cruzan en nuestro camino o dejar las mierdas de nuestro perro en esa misma acera.

Estoy harto de distanciarme de amigos con los que he compartido mucho, que cuando murió el dictador eran niños como yo, y que han crecido y vivido la madurez en la democracia y quieran romper ese status quo, aunque quizás el que está equivocado sea yo.

Estoy harto de la matraca.

Estoy harto de que el intolerante no es el que se suena los mocos con una bandera, sino el que le critica por la ofensa. Es el mundo al revés.

Estoy harto de que estemos perdiendo los principios y que ni siquiera un simple partido de futbol se pueda jugar donde debe sino a diez mil kilómetros porque no somos capaces de comportarnos como seres civilizados.

Y especialmente harto de encontrarme gente que hace cosas para las que no está capacitado intelectual o moralmente; y esas personas incapaces que en algunos casos ocupan cargos de relevancia en la política, en la empresa privada o pública, en la magistratura o fiscalía, en los mass media, en la abogacía o en el funcionariado, o incluso en la comunidad de vecinos en la que vivimos, esas personas, digo, son los grandes responsables de la crispación social que vivimos y de esa relación, numerus apertus, todos conocemos alguno o somos alguno de ellos. Nuestra labor quizás es de las que daña a la sociedad.

Y por último, estoy harto de estar harto. Que pasen un buen día.

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