Último día de festival y la emoción todavía crepitaba en el aire. Magaluf, con esa temperatura que invita a una chaqueta ligera y a conversaciones profundas, cerró su festival literario con una jornada rica en talento, matices y sabor. Una mezcla de crítica, gastronomía, turismo y literatura que dejó a los asistentes con ganas de más, y el eco de las ideas resonando entre las butacas.
UNA MAÑANA DE RISAS, COMIDA Y CRÍTICA
El día arrancó con el mejor “buen rollo” posible: una conversación íntima y afilada entre Mikel López Iturriaga, Lorena Macías y María Lo, moderada con temple por Marta Terrasa. A pesar de la noche anterior de karaoke —que algunos confesaron haber disfrutado con desparpajo—, el ambiente fue tan ameno como estimulante.
Gastronomía con alma y sabor
Mikel López Iturriaga, más conocido como El Comidista, demostró por qué es uno de los nombres más queridos del panorama gastro-cultural. Con su habitual mezcla de ironía y conocimiento, repasó su trayectoria que cruza la filología, la música y los fogones, y explicó cómo la cocina puede ser política, memoria y cultura pop a la vez.
Influencers bajo el microscopio
Lorena Macías trajo chispa y mirada crítica. Con una lucidez que no perdona, pero tampoco se ensaña, compartió reflexiones sobre el universo de los influencers, el postureo digital y el absurdo convertido en narrativa. Su cuenta de Instagram, @hazmeunafotoasi, y su libro Cien años de mendigram, han cambiado la forma en que miramos (y nos reímos de) la cultura digital.
María Lo: de MasterChef a musa de la cocina contemporánea
La presencia de María Lo sumó calidez y juventud. Su paso por MasterChef 10 fue el trampolín para desarrollar una propuesta gastronómica sensible, detallista y comprometida con el producto. Cocínalo, su primer libro, es una carta de amor a la cocina honesta, y ayer se convirtió también en puente para hablar de creatividad, redes y autenticidad.
EL TURISMO EN EL PUNTO DE MIRA
Antònia Vicens, Laura Gost y Joan Llinàs protagonizaron una de las charlas más esperadas. Moderados por Sebastià Portell, se sumergieron en un tema tan esencial como conflictivo: el turismo en Mallorca.
Voces que no se callan
Antònia Vicens, con la sabiduría que da la vida y una obra que ha tocado todos los palos, habló del precio emocional y cultural que paga una tierra colonizada por la mirada ajena. Su lucidez poética y política llenó la sala de verdad.
Laura Gost, tan aguda como versátil, aportó una mirada generacional, híbrida entre cine, teatro y novela. Su voz es ya imprescindible para entender el paisaje emocional de una Mallorca que se escribe desde dentro.
Y Joan Llinàs, desde su trinchera filosófica, compartió fragmentos de Hotel Universal, un libro que retrata las grietas del turismo de masas con ironía e inteligencia.
JAVIER CERCAS Y SU AVENTURA EN MONGOLIA

La entrevista entre Javier Cercas y Andreu Manresa fue, sin duda, uno de los platos fuertes del festival. Cercas, con esa mezcla de erudición y cercanía que lo caracteriza, narró su travesía con el Papa Francisco a Mongolia, una historia que se convirtió en su nuevo libro El loco de Dios en el fin del mundo.
Sus anécdotas, lúcidas y divertidas, capturaron la atención del público desde el primer minuto. La conversación fluyó entre lo espiritual, lo literario y lo absolutamente humano. Una charla que dejó poso, como las grandes obras.
CUANDO LA LITERATURA BAILA
El día cerró con una joya escénica: el espectáculo “39º a l'ombra”, dirigido por Carme Serna. Con música, danza y narrativa, esta pieza híbrida rinde homenaje a la obra de Antònia Vicens, y especialmente a su primera novela, que da título a la función.
Aina Zanoguera, Joan Vila, Gÿe y Mariona Jaume bordaron una propuesta que trasciende el homenaje para convertirse en un viaje poético sobre la mujer, la clase trabajadora, la muerte, la religión y el turismo. Un espectáculo que fue cierre, pero también cimiento para futuras preguntas.
EL BROCHE FINAL: LIBROS Y FIRMAS
Como manda la tradición, todos los autores presentes firmaron ejemplares de sus obras. Entre risas, fotos y conversaciones cruzadas, Magaluf despidió su festival literario dejando una estela de palabras, sabores y pensamiento crítico.
Este último día en Magaluf no fue solo una despedida, sino una declaración: la literatura está viva, se mezcla con lo cotidiano y tiene aún mucho que decir. Desde la cocina hasta el turismo, pasando por Instagram y Mongolia, las historias nos siguen haciendo humanos. Y Magaluf, por un fin de semana, fue el epicentro de todo eso.