Incoherencia social en Cort

Me atrevería a afirmar desde el respeto a otras opiniones, que desde los tiempos en que la cartera fue ocupada por Pep Payeras, el Ajuntament de Palma no ha tenido un solo concejal del área deportiva mínimamente preparado, ni siquiera capaz de dejarse llevar por los funcionarios que ha tenido a su servicio, empezando por Joan Ordinas, seguido de Pep Lluis Berbel, Angel Sastre, Montse y alguno más. Si acaso y sin el menor sesgo partidista por mi parte, haría excepción de Francisco Gilet no porque descansara mucho en sus profesionales, sino porque al menos incluía alguna dedicación y práctica deportiva en su currículum. El resto fueron bastante malos y alguno llegó a suponer una verdadera broma para la ciudadanía.
El actual alcalde, Antoni Noguera, parece muy centrado en alcanzar acuerdos con las entidades deportivas más poderosas, Mallorca y Atlético Baleares bajo la justificación de solucionar los problemas del Lluis Sitjar y el Estadio Balear. Problemas para sus propietarios, por supuesto, ya que para el resto de los vecinos me temo que la escala de prioridades no es la misma que la de su primer edil. ¿A santo de qué hay que abonar nueve millones de euros a los accionistas del viejo Es Fortí, entre los que se encuentra el propio club? y ¿por qué razón se pretenden cubrir parte de los gastos que supone la remodelación del recinto de la Vía de Cintura?. Recordemos que ambos se constituyeron en calidad de sociedades anónimas deportivas o, lo que es lo mismo, empresas privadas.
Llegados a este punto, es de pura justicia que, antes de atender las necesidades lucrativas de los anteriores, se mejoren instalaciones municipales objeto de reforma en no pocas barriadas e incluso se atiendan las demandas de aquellas en las que no hay ni una mala pista polideportiva, ya no digamos un campo de fútbol en condiciones. Como ejemplo basta recordar lo que se ha tardado en instalar césped artificial en la vieja Antoniana, a la espalda del tristemente célebre Palma Arena.
Claro que el solar de referencia insertado en la nunca acabada “cuña verde” crea una pésima impresión, pero ¿está el Consistorio en condiciones de garantizar su limpieza y posterior ajardinamiento tras el dispendio millonario de su adquisición o, sencillamente, refrescamos la memoria de lo que le costó a la Ciudad la compra del canódromo que aún sigue en el mismo estado que antes y después de su municipalización?. No sé cuál es la línea política que quiere aplicar el equipo de gobierno de Cort, posiblemente ellos tampoco. De lo contrario no se entiende ni sostiene la incoherencia.
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