Los últimos 8 días han sido criminales desde el punto de visto de una meteorología adversa que no ha dado tregua alguna a las Islas Baleares, azotando al archipiélago con fuertes vientos, nevadas a baja cota, lluvias copiosas, granizadas y mar embravecido. Todo esto ha hecho que se contabilicen numerosos desperfectos y daños materiales de todo tipo, aunque afortunadamente y gracias a la previsión acertada de la Aemet y de los desvelos del personal de los servicios de emergencias, no haya que lamentar desgracias personales.
Sin embargo, no han tardado en surgir críticas sobre el estado de conservación y limpieza de los torrentes, que ha generado zonas anegadas próximas a los cauces que no han sido capaces de evacuar el enorme caudal recibido. Estas críticas deben ser estudiadas y debe comprobarse si por parte de las administraciones competentes se llevan a cabo las tareas adecuadas para que los torrentes cumplan su función en casos como el que nos ocupa. O si por el contrario, la extraordinaria cantidad de agua caída ha hecho imposible evitar las inundaciones.
Mejor valoración merece la respuesta tanto del Govern autonómico como de la Delegación del Gobierno, que se han aprestado a hacer recuento de los daños y a articular mecanismos en el marco de sus respectivas competencias para paliar los efectos del temporal en inmuebles, campos de cultivo e infraestructuras. Son muchas las hectáreas agrícolas anegadas, muchas las playas desaparecidas, muchos los daños sufridos en vías y diques. Ahora que el mal ya está padecido conviene trabajar coordinadamente para que los más perjudicados por el temporal reciban las ayudas necesarias para volver a la normalidad lo antes posible.
