Me acuerdo cuando la oferta era la sangría a litros. Cuando en los restaurantes espectáculos con orquesta y “porsella” asada a la leña, el alcohol corría a litros. Siempre ha habido una oferta de barra libre. Siempre ha habido jóvenes que lo que han querido ha sido fiesta, alcohol y sexo. Pero esa no es la excusa. Una cosa es lo que yo haga como consumidor o turista y otra muy distinta es lo que hace un local de copas para hacer su agosto. No es lo mismo la demanda que la oferta, y ese es el verdadero problema.
En el mundo están de moda muchos destinos para jóvenes, con fiesta, alcohol y sexo: Bali, Tailandia, Croacia; Brasil, Cancún,…pero en España, la oferta es inmensa: desde Salou a las Baleares, pasando por Canarias y el Levante, hay muchos destinos y zonas con oferta para jóvenes con ganas de fiesta y alcohol. Lo que está pasando en el West End de Sant Antoni de Portmany en Eivissa y en Magalluf, en Mallorca es lo mismo que en los otros destinos. ¿Y cuál es el problema principal de toda esta historia? La respuesta la conocen y bien las autoridades británicas que han sido requeridas por los ayuntamientos implicados. Por un lado, los jóvenes al salir de viaje sin sus padres están convencidos que se van de fiesta. Llegan al destino y lo que quieren es emborracharse lo antes posible. Sol, calor, alcohol y a bajo coste es el combinado que les lleva a buscar esa locura. Pero la demanda es esperada y deseada por la oferta complementaria al alojamiento. El hecho que los que organizan los Pub Crawling son ingleses y la mayoría de empresarios de bares lo son también, no nos debe engañar. Los que consienten son españoles y en nuestro caso baleares. Son las administraciones, los ayuntamientos, las asociaciones de empresarios, los hoteleros que llena hoteles y apartamentos de esos jóvenes que viajan a la búsqueda de la fiesta total. Y detrás de ellos, el resto de la industria: todos los comercios, la playa, las cafeterías, los alquileres de motos, las atracciones, los estancos, los souvenirs que venden litros de alcohol de 42 grados desde 3 euros, y suma y sigue. Aquí TODOS SOMOS CULPABLES. No se salva ni la policía local. Algunos agentes intentan oponer orden y hacer cumplir las ordenanzas en temas como el aforo de locales, horarios de apertura, ruidos y escándalos, ordenanzas cívicas… Pero alguien dice “no deis mucha caña, que ese es el negocio. Es el agosto de nuestros empresarios”. Uno de ellos, británico residente hace 20 años en Magalluf, dueño y regente de un pub inglés, me decía que allí todo es dinero. Se mueve mucho dinero y nadie quiere matar la gallina de los huevos de oro. Y manda huevos que, con mis impuestos, paguemos una campaña de imagen para hacer creer al resto de turistas del resto del mundo que, aquí no pasa nada. Que se trata de un grupo de jóvenes desmadrados, en una calle concreta. Que en Baleares tenemos un turismo responsable y de calidad. Y eso es muy verdad. Lo que nos falta es que todos los empresarios del sector turístico sean responsables y aprendan lo que es calidad.
Y el que no lo crea, que se paseé una noche de estas por Punta Ballena, si se atreve.