La circulación de las élites mallorquinas

Para no utilizar el coche, y evitar soportar insufribles embotellamientos, este verano he nadado, sobre todo, en Cala Mayor. Como vivo en la zona de La Bonanova me desplazaba a pie hasta la playa descendiendo por las imponentes escaleras situadas justo detrás del Hotel Nixe Palace. Sin duda, por su solidez de piedra seca y escasa utilización, parecen priorizar los aspectos técnicos a la racionalidad económica. Tal vez, por eso mismo, están orgullosamente firmadas con el escudo de los antiguos Ingenieros de Canales, Caminos y Puertos.

La curiosidad por conocer el origen de tal obra me llevó a leer el libro de Miquel Ángel Llauger Llull titulado “Camí de Ponent. Una reflexió sobre la carretera D'Andratx i el territorio". En él, además de cumplida información sobre lo que buscaba, encontré una interesante reflexión, según la cual, desde las postrimerías del siglo XIX hasta la llegada de la autonomía, las obras de infraestructura se asocian al nombre del ingeniero que las planificaba y diseñaba. Después pasaron a atribuirse, -incluso con imperecederas placas labradas en piedra- al político de turno que las promovió.

Se trata de un cambio que no es baladí, puesto que los ingenieros ofrecían soluciones técnicas, dadas las necesidades contrastadas, mientras que los políticos, lógicamente, prefieren las soluciones electorales. Lo cual tiene una enorme importancia, pues, como sostiene razonablemente Llauger, los usos del territorio se acaban adaptando a la configuración viaria. Es decir, es la planificación de las carreteras (si es que ésta existe) la que determina los usos que se harán del paisaje.

Como el trayecto hasta la playa es largo, la idea de la sustitución de los ingenieros por los políticos me llevó a pensar en la “teoría de la circulación de las élites” del controvertido Vilfredo Pareto (1848-1923). Según este autor, las élites sociales se van sustituyendo las unas a las otras a lo largo del tiempo, y son precisamente esas élites las que configuran, de algún modo, la forma en que se organiza el conjunto de la sociedad.

Es interesante destacar que para el pensador italiano el estatus de “élite” no tiene porqué ser hereditario. De hecho, no suele serlo, pues las élites de dos periodos diferentes probablemente entrarán en conflicto entre ellas. Así mismo, simplificando su tesis, señala que hay dos tipos fundamentales de élite, aquellas que son innovadoras y agresivas en su afán de progreso; y aquellas otras que optan por consolidar su posición de poder, prefiriendo ser rentistas o asalariadas gubernamentales.

A las tempranas horas en que voy a nadar, la Cala está muy tranquila, puedo sentarme a la sombra que proporciona alguno de sus varios desniveles. Y allí rebuscar en mi memoria imágenes, datos y nombres sobre cómo eran las élites mallorquinas que conocí hace 30 ó 40 años, y sobre cómo son las de ahora. Llegando a la conclusión que, efectivamente, se ha producido una clara circulación de las élites del primer tipo al segundo.

Durante los años de las generaciones de nuestros padres y abuelos, las élites locales buscaron aprovechar las condiciones de apertura debidas a las reformas lideradas por los economistas del Plan de Estabilización de 1959. Precisamente fue ese mismo año en que se finalizaron las obras de las escaleras que me obsesionaba.

Así, abrieron nuevos negocios, o bien modernizaron otros más antiguos para adaptarse a su época. El tamaño del Estado era pequeño, incluso muy pequeño, por lo que eran principalmente los propios funcionarios, generalmente ingenieros, los que determinaban gran parte de la utilización de los recursos públicos.

Los empleos mejor remunerados eran los propios de las profesiones liberales, los de GESA, los de la Caja de Ahorros y Pensiones y los de alguna otra gran empresa, quizás con cierto poder de monopolio, que necesitase personal bien formado.

Como se podía vaticinar, la pequeña dimensión de lo público tenía que cambiar, lo que acabó sucediendo con la constitución de la Comunidad Autónoma. Entonces, paulatinamente, las élites cambiaron. Ahora, ocupan puestos generosamente retribuidos en las múltiples administraciones, al tiempo que defienden filosóficamente, y en líneas generales, un statu quo que se plasma en las numerosas leyes que emanan del Parlament. Lo mismo ocurre con los empresarios actuales, buscando el blindaje de su sector frente a la competencia real o potencial, o bien de han de someter al régimen del expediente.

Es por ello que, si Lleuger y Pareto están en lo cierto, hoy por hoy, y mientras la élite actual sea la dominante, no podemos esperar grandes transformaciones sociales. Aunque quizás la irrupción de nuevas tecnologías, como pudiera ser la inteligencia artificial y una nueva generación nativa digital, pueden empezar a surgir nuevas élites que, con el tiempo, desafiarán y desplazarán a las actuales.

Hoy, el primer día del año, he aprovechado la festividad para volver a realizar el mismo recorrido del pasado verano. Por lo que escribo estas líneas contemplando el horizonte gris, aunque luminoso, desde lo alto de las mencionadas escaleras. Desde aquí se contempla una magnífica panorámica que se extiende desde la playa urbana hasta Ses Illetes. Fijándome bien puedo ver como se ha ido transformando el paisaje al son que le han marcado las élites circulantes mallorquinas.

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