El conseller de Turismo, Cultura y Deportes, Jaume Bauzà, ha reiterado en la entrevista publicada el domingo en mallorcadiario.com el compromiso del Govern de Marga Prohens con la contención del crecimiento turístico. Una declaración que, en boca de un Ejecutivo del PP, adquiere especial relevancia.
“No se sumará ni una sola plaza turística más a las existentes”, afirma Bauzà. En ese cómputo incluye las 115.000 nuevas plazas autorizadas por el anterior Govern de Francina Armengol, que ahora reniega de su actuación desarrollista en este campo y pretende endosar al PP, que sólo lleva dos años en el poder, la responsabilidad del crecimiento descontrolado, principalmente en el alquiler vacacional, así como la crisis habitacional que eso ha ocasionado.
Este compromiso del Ejecutivo autonómico supone un paso importante, pero también endosa su parte de responsabilidad a los consells insulars, en quienes recae la última palabra en cuanto a reducir plazas turísticas o mantener las existentes.
Mallorca atraviesa un punto de saturación evidente. La presión sobre los recursos hídricos, el colapso del tráfico, la tensión inmobiliaria y las protestas sociales lo demuestran. Contener el crecimiento turístico puede frenar el malestar social, pero no quizás no sea suficiente.
La lucha contra el intrusismo y la oferta ilegal debe intensificarse sin ambigüedades. No se puede hablar de equilibrio si persisten miles de camas al margen de la normativa
Si queremos una isla sostenible, con calidad de vida para los residentes y una experiencia digna para los visitantes, quizá no baste con decir “hasta aquí”. Al margen del volumen total de plazas, hay retos que no pueden esperar. La lucha contra el intrusismo y la oferta ilegal debe intensificarse sin ambigüedades. No se puede hablar de equilibrio si persisten miles de camas al margen de la normativa.
Igualmente, las infraestructuras, muchas de ellas diseñadas y ejecutadas en otra época, deben adaptarse a la realidad de una población que se multiplica cada verano.
El turismo seguirá siendo la principal fuente de riqueza, pero también el principal reto de Balears. La política de contención es un primer paso. El siguiente —más valiente y complejo— será decidir cuánta carga turística es capaz de soportar cada isla; y adaptar las infraestructuras y los servicios públicos a esa realidad económica y social.