Es significativo lo que ha ocurrido estos días en relación al caso Opera. El Tribunal Superior ha rechazado asumir la causa porque a Francesc Fiol, que es aforado por su condición de diputado, no le habían impuesto ninguna fianza por el tema de la Opera. Lo normal es que la Fiscalía hubiese impuesto dicha fianza en el mismo momento que Fiol fue imputado, pero se produjo un imperdonable olvido. El objetivo lo ve hasta un niño de parvulitos. La cuestión es retrasar lo máximo la instrucción para que Fiol deje de ser aforado y, por lo tanto, será un ciudadano normal y será juzgado por un tribunal ordinario. Fiol será diputado hasta que se constituya el Parlament, previsiblemente a finales de junio. Dicen que la Justicia es igual para todo el mundo, pero no es así. En primer lugar, no me puedo creer que la Fiscalía olvidase la petición de fianza para Fiol. Queda claro que se trata de una estratagema para evitar que el Tribunal Superior pueda asumir la causa de la Opera, que no tiene ni pies ni cabeza, igual que el supuesto soborno de Moreno a Matas que acaba de ser archivado cuando lo normal hubiese sido que la Fiscalía no le diese credibilidad al denunciante, un conocido delincuente. Matas comparaba a la Fiscalía con la Inquisición, un calificativo que puede parecer duro, pero algunos comportamientos del Ministerio Fiscal empiezan a ser sospechosos y nos harán dejar de creer en la separación de poderes que pregonaba Montesquieu. Las detenciones en Ciutadella, por ejemplo, parecen otra operación para tapar las vergüenzas del socialista Francesc Triay, que ayer acudió a declarar. Todo empieza a ser muy sospechoso y hay que denunciarlo. Faltaría más que no se puedan criticar a jueces y fiscales.
