En el día a día de un pequeño comercio, la mayoría de los esfuerzos se centran en atender a los clientes, cuidar el escaparate o cuadrar las cuentas a final de mes. Pero hay veces en que los problemas no se ven venir, un fallo informático, un software que no cumple lo prometido o un sistema de gestión que pone en jaque la operativa del negocio. Y ahí es donde uno se da cuenta de la importancia de contar con buenos profesionales y, sobre todo, con el apoyo de asociaciones que realmente funcionan.
Uno de nuestros socios necesitó una pericial informática para poder acreditar los fallos de un programa que afectaba a la gestión de su tienda. Un pequeño comercio no tiene ni los medios ni el conocimiento técnico para afrontar sólo una situación así. A través del Col·legi Oficial d’Enginyeria en Informàtica de les Illes Balears (COEIIB), pudo contar con un gran profesional, especializado, cercano y empático, que entendió de inmediato el problema y lo abordó con rigor y humanidad.
Este caso demuestra algo que a menudo pasa desapercibido, las asociaciones y colegios profesionales son una pieza fundamental del tejido económico y social. No solo agrupan a sus miembros, sino que ponen su conocimiento al servicio de la comunidad, respondiendo con agilidad cuando una pyme o un autónomo necesita ayuda real.
Esa capacidad de escuchar, entender y adaptarse es lo que marca la diferencia entre un servicio burocrático y un servicio humano. En tiempos en que los pequeños comercios luchan por adaptarse a la digitalización, es esencial contar con instituciones que entiendan el territorio, las personas y las realidades del día a día.
Gracias a profesionales empáticos y asociaciones comprometidas, los pequeños empresarios no están solos ante los retos tecnológicos, sino que pueden avanzar con seguridad, sabiendo que hay detrás una red sólida que les respalda.




