Celso Albelo está considerado el mejor tenor español del momento, el heredero natural de Alfredo Kraus. Con él comparte origen canario y repertorio operístico. Este sábado participará en el concierto de clausura de la 44ª temporada operística de los Amics de s’Òpera junto al barítono Simone Piazzola y la soprano Marta Torbidoni en el Teatre Principal de Maó
-Celso, bienvenido a Menorca de nuevo. ¿Contento de poder cantar aquí de otra vez?
Si, por supuesto. Conozco la tradición lírica que tiene esta isla y la historia de este teatro, por eso para mí cantar aquí es todo un reto.
- Usted es tinerfeño, también conoce la dificultad que tiene haber nacido en una isla.
Yo siempre digo, sobre todo a los jóvenes, que no tengan que llegar a un momento en su vida en el que se tengan que preguntar “¿qué hubiera pasado si lo hubiera intentado?”. Entiendo que es difícil la insularidad y que aquí se vive muy bien… Pero yo me dije que quería intentarlo, por mucho esfuerzo que eso me representara, así que tuve que hacer las maletas y “emigrar” a Madrid.
-Comparte experiencia y amistad con un menorquín ilustre, Simón Orfila, que estudió con Alfredo Kraus, pero aunque le cuelgan el cartel de heredero suyo, usted no estudió con él ¿verdad?
Mucha gente dice que por ser de Canarias y por cantar el mismo tipo de repertorio soy el sucesor de Kraus, pero él fue un cantante excepcional. Me alaga que me lo digan pero yo en realidad fui alumno directo de otro gran tenor, Carlo Bergonzi. Son dos grandes tenores, únicos, pero diferentes.
-Cuénteme su historia con Bergonzi
Fue una historia curiosa. Yo me presenté al concurso Renata Tebaldi, y no llegué ni a la final. Entonces Bergonzi se enfadó con la decisión del jurado y vino a hablarme directamente y me dijo: “Si usted viene a estudiar conmigo, yo le hago cantar por todos los teatros del mundo en dos meses”. Fue una sorpresa, porque yo veía que todo el mundo me sobrepasaba, ya estaban cantando en coros profesionales, y yo no acababa de despegar. Yo sólo pretendía poder vivir del canto. Ni siquiera soñaba en poder realizar la carrera que llevo hoy en día, así que cogí mis últimos ahorros y me fui a Italia a pasar dos meses con Bergonzi.
Y eso le cambió la vida…
Bueno, tuve que hacer algunos conciertos didácticos para poder costearme esos meses, pero al final salió bien.
-Kraus decía que cantar era 90% técnica y 10% de voz, ¿está de acuerdo?
Si Kraus decía eso seguro que tenía razón, pero está claro que para mantener una buena carrera profesional hay que tener sobre todo mucha fuerza mental… Luego evidentemente está la técnica y la voz.
-A parte de eso ¿Qué se necesita para triunfar en la ópera? ¿Suerte, padrinos? Es una especie de cóctel, hay que tener suerte, padrinos, pero lo más importante es el estudio y el sacrificio, sin eso no hay padrinos que valgan. Hay mucha gente tan buena como tú, la diferencia la marca el sacrificio.
-¿Son muchos esos sacrificios?
Por ejemplo, viajar agota mucho y a veces es bastante duro, pero uno está aquí porque quiere, nadie nos obliga. Cuando ves lo que pasa hoy en día por el mundo debes sentirte afortunado por poder vivir de la música. Puede que te sientas algo desarraigado pero debes aprender a gestionarlo.
-¿Cómo elige uno su propio repertorio, por gusto o debe dejar aconsejarse?
Bueno, uno debe ser consciente de cuál es su voz y si no eliges bien sabes que vas a acabar pronto. Además también es una cuestión de mercado, si te empeñas en querer cantar unos papeles pero luego nadie te llama para representarlos es que no has elegido bien. Encontrar el equilibrio es complicado… Yo por ejemplo empecé cantando el Duque de Mantua de Rigoletto, y al principio quizá no lo hacía como debía, me faltaban ciertas cosas, pero al final te vas encontrado y ahora es uno de los papeles que más he cantado.
-¿Ha ido cambiando su voz a lo largo de su carrera?
Claro, con 28 años no ves las cosas ni piensas igual que con 35 o con 39… pues con la voz pasa igual, evoluciona con la persona.
-En Enero debuta en el Metropolitan de Nueva York, supongo que ya casi el último gran teatro donde debutar… ¿El MET impone?
Me hace mucha ilusión, por lo que supone este teatro en el mundo de la ópera, y por el momento en que me llega este papel. A parte voy a cantar el Leicester de Maria Stuarda que es un papel que aunque no luzca mucho es mucho más complicado de lo que parece. Porque aunque no tiene notas muy aguda hay mucha parte de la partitura en el “passaggio”, y eso lo hace muy complicado.
¿Qué escuchará la gente en el concierto de esta noche?
Bueno, tanto yo como mis dos compañeros venimos con un repertorio potente. Yo cantaré “Ah, mes amis” y “Una furtiva lácrima”, entre otras. Vengo aquí con todo, con las piezas más conocidas y más difíciles. Respeto mucho al público y cuando doy un concierto me gusta dar lo mejor de mí. Creo que la gente va a disfrutar.
Ahora que habla del público… ¿hay mucha diferencia entre el público latino y el anglosajón?
En teoría el público latino es más cálido, pero a veces también pierden el respeto. Si no cantas exactamente lo que ellos han escuchado en el CD puedes tener problemas. En cambio el público del norte de Europa suele ser más respetuoso, más abierto. Viene simplemente a escucharte y decide después en función de si lo has hecho bien o no.
¿Cree que los nuevos soportes digitales, como Youtube, ha creado a muchos “expertos de salón”?
Se ha teorizado demasiado. La gente no viene al teatro a disfrutar, viene a analizarte. Acepto que yo pueda gustar o no, pero no acepto que vengan luego a darme una clase a mí, diciéndome cómo debería haber hecho tal nota. Me levanto y me acuesto pensando en el canto… nadie mejor que uno mismo conoce su voz.
Dicen que después de la dictadura de los cantantes y la de los maestros llegamos ahora a la época de la dictadura de los directores de escena, ¿cómo lleva los montajes modernos?
Todas las dictaduras son malas. La ópera moderna te enseña a trabajar en equipo. Uno puede tener sus ideas, pero luego hay que ponerlas en común y llegar a acuerdos. Al final quienes damos la cara somos los cantantes y eso hay que tenerlo en cuenta.
¿Se ha encontrado con situaciones extrañas?
Una vez cantando Lucia di Lamermoor, en el aria de “Sulla tomba” (sobre la tumba), que habla de vengar a unos familiares muertos, debía abrir un maletín y enseñar los planos de una casa… Entonces le dije al director que eso era absurdo, que no tenía nada que ver con lo que yo estaba cantando, y me contestó: “¿y qué estás cantando?, ¿a mí qué me importa si no tiene nada que ver?”. Así es muy difícil trabajar. No estoy en contra de los montajes modernos, pero deben tener su lógica.
¿Le veremos pronto de nuevo aquí?
Sí, volveré el año que viene, precisamente con Lucia y con un cast impresionante, la envidia de cualquier teatro del mundo. Creo que hay que agradecer la labor hecha por los Amics de s’Òpera, hay que ponerles un monumento. Rellenan un espacio fundamental en el mundo cultural de la isla, y sólo por amor al arte.