Cuenta Mar Adrian en Twitter que presenció la reclamación de un señor extranjero en el Corte Inglés donde intentaba devolver un jamón por su incomible estado y sabor. Era una pieza de cinco jotas que el “jamonero” quiso comprobar ante la negativa del cliente a recibir cualquier tipo de explicación. La sorpresa fue mayúscula cuando resultó que lo que se habían comido era la parte exterior de la pata, desechando la carne roja y la grasa de su interior.
Eso es lo que sucede demasiadas veces en la vida, nos quedamos en la superficie sin profundizar en lo que hay más allá con la diferencia de que, al contrario de lo que ocurrió con el jamón, a veces el alma empeora al cuerpo. En el fútbol, que es lo que nos ocupa y no el ganado porcino, hay poco análisis, seguramente debido a que también hay escasos “gourmets”.
Cuando Maheta Molango esgrime que el resultado no es lo único importante aduce una razón de fondo que, en su caso concreto, todavía es menos importante que la forma porque si no gana y no asciende el exquisito manjar se le va a pudrir en la despensa. Sirva como ejemplo el más inminente del Atlético Baleares, al que no queda otra que ganar para evitar un descalabro de primer orden. En ambos casos prioriza la victoria al menos durante un tiempo.
Sin embargo si cada uno en su momento hubiera hecho sus deberes y hubiera examinado algo más que la piel de sus respectivas sociedades deportivas, otro gallo hubiera cantado. En Son Malferit o, por aquel entonces, en el Estadio Balear, no todo era el dinero de Cursach, como en el Mallorca no lo es el de Robert Sarver. Son aquellos errores los que ahora si exigen irremediablemente la obligación de ganar, ganar y ganar.





