La presión sobre la economía doméstica en estas semanas se agudiza con el encarecimiento de la cesta de la compra y el recibo de la luz escala más de un 18 por ciento. Según la Asociación de Consumidores de Baleares Consubal, adelantar la compra de alimentos y planificar los menús navideños permite un ahorro de entre el 30 % y el 35 %. Pero la planificación no es ninguna panacea.
La estrategia que propone Consubal —anticiparse, congelar productos, definir presupuestos— es razonable y prudente. Sin embargo, su eficacia real depende de que los ciudadanos tengan margen y posibilidades para anticiparse. Muchos hogares, al límite, deberán elegir entre gastar lo justo o sufragar gastos básicos. Y en ese encaje de bolillos no siempre existe espacio para “compra avanzada”.
Lo más grave es que este fenómeno se produce en un contexto de acumulación de tensiones: inflación estructural, precios de la energía elevados y un mercado laboral donde los salarios no consiguen recuperar poder adquisitivo. Las navidades, en vez de ser alivio o celebración, se convierten en otro motivo de estrés económico. En particular en Baleares, donde el coste de vida ya muestra signos preocupantes. Por ello, la planificación desde lo micro debe complementarse con acción desde lo macro: políticas públicas que moderen los precios básicos y estimular el consumo sostenible.
La economía familiar vive una realidad bien alejada de los discursos triunfalistas de Pedro Sánchez y sus ministras.
La economía familiar vive una realidad bien alejada de los discursos triunfalistas de Pedro Sánchez y sus ministras. La recomendación de comprar antes está bien, pero no supone ningún alivio real y tangible para miles de ciudadanos que sufrirán durante estas fiestas que se aproximan.
El crecimiento económico no lo es todo y las familias en Baleares se enfrentan a dificultades extraordinarias en lo económico que contradicen la bonanza de la que el Gobierno presume.





