Fuentes de toda confianza han revelado a este modesto columnista que el Mallorca no ha pagado ni un euro de los casi doscientos setenta mil que debe al Ajuntament de Palma de Mallorca por los gastos de demolición del Lluis Sitjar que, en cambio y aunque a regañadientes, sí han abonado la mayoría de los cuatrocientos cincuenta y ocho copropietarios restantes.
Miembros de la Asociación de estos últimos han confirmado que rechazaron una oferta de compra por parte de Maheta Molango consistente en un abono permanente para el estadio de Son Moix y el pago de mil doscientos euros por título que fue considerada un insulto en tanto en cuanto el convenio existente entre Club y Asociación ya reconoce el derecho al asiento en el multiusos actual y el montante económico fue tachado de ridículo en atención al valor del terreno estimado por las tres partes en torno a los veinticinco millones de euros.
En estos momentos el desentendimiento entre los ejecutivos del Real Mallorca SAD y la Asociación que preside Joan Aguiló es total. Este último considera que sus asociados constituyen la única garantía real de supervivencia si en un futuro los actuales dueños decidieran llevarse el club a otra ciudad e incluso pudiera desaparecer. “Al menos, afirman, nos quedaría el terreno para poder construir un campo de fútbol y empezar de nuevo aunque fuera en tercera división”.
Técnicos y asesores jurídicos del Ajuntament expresan su convicción de que Cort no expropiará jamás, un velado deseo del consejero delegado del Club que, además, pretende conservar el usufructo exclusivo de Son Moix. Experiencias como la del canódromo que costó once millones a las arcas municipales y sigue siendo foco de detritus en pleno centro de la ciudad y junto a los Institutos Ramón Llull, Joan Alcover, Bellas Artes y la UIB, determinan la negativa municipal al rescate de nuevos terrenos privados, dadas las más recientes sentencias judiciales a la hora de valorarlos.
En medio de semejante maremágnum, el primer ejecutivo mallorquinista no esconde su voluntad de convertirse en el único interlocutor ante el Ajuntament, lo que pasa inexcusablemente por un acuerdo que se adivina lejano y, ahora mismo, incluso imposible. No soslayemos que el Mallorca llevó a cabo numerosas obras en el antiguo Es Fortí, desde la ampliación y construcción de gradas hasta nuevos vestuarios, oficinas etc para las que no instó autorización a la propiedad y provocaron un estado ruinoso por abandono que forzó el derribo.