Luchar contra la corrupción exige seriedad y rigor, eficacia y discreción, competencia e imparcialidad. Muchos de estos valores han estado ausentes en varios momentos de los procesos que hemos ido viendo en el pasado en Baleares. Hemos visto cómo algunas acusaciones se han caído de forma estrepitosa (caballistas de Ses Salines o Joan Flaquer por la subvención en Andratx), y ahora observamos cómo la propia acusación del Govern, aún bajo el mandato (perdón) de Antich desestima la existencia de delitos en el ‘caso Opera’. Nada puede ser más desastroso para la Justicia que dejar entender al ciudadano que aquí ha habido una actitud vengativa, de pasar cuentas injustamente; nada puede hacer más daño a la persecución del delito verdadero que la falta de rigor, porque ahora muchos pensarán que todo ha sido inflado, cuando en realidad ha habido corrupción de verdad, tanto entre la investigada como entre la que no se ha tocado porque podría afectar a amigos del poder.
