La cumbre mundial del clima que se ha celebrado en Lima a lo largo de las dos últimas semanas ha terminado con un acuerdo de mínimos conseguido a última hora, que deja todo pendiente para la cumbre sobre el cambio climático de París de 2015, de la que debería surgir un nuevo protocolo que sustituya al de Kyoto, que ha resultado muy poco eficaz en la contención del calentamiento global. Este año 2014 ya es prácticamente seguro que será el más cálido desde que existen registros y en Lima no se ha llegado a ningún acuerdo concreto para frenar el incremento sostenido de las temperaturas.
El convenio de mínimos conseguido a última hora en Lima no incluye ningún compromiso específico por parte de los estados. Lo máximo que se ha conseguido es un acuerdo difuso de concreción de compromisos cuantitativos por parte de los estados antes de la cumbre de París del año que viene, pero no hay demasiado optimismo en que se llegue a la capital francesa con los deberes hechos.
El cambio climático supone una alteración global de las condiciones de vida en el planeta, que va a influir en la evolución de las especies, en el desarrollo de la economía y en la geopolítica mundial en los próximos decenios. Si no se produce una actuación decidida y decisiva por parte de los países, especialmente los más desarrollados, se puede producir a corto plazo una aceleración de la extinción masiva de especies que ya se viene produciendo desde hace un par de siglos. El calentamiento global provocará la desertización de grandes zonas de África, Asia y América, incluso también de Europa, lo que hará imposible la agricultura, ni siquiera de supervivencia y condenará a grandes masas de población a la hambruna, lo que generará ingentes movimientos migratorios, presión sobre los países limítrofes y, con toda probabilidad, guerras y matanzas.
El agua se convertirá en un recurso muy escaso en muchas zonas, lo que generará conflictos y guerras por su control. La presión sobre la parte desarrollada y de clima templado del planeta se tornará insoportable. También se incrementará el número y la violencia de fenómenos atmosféricos como huracanes, tornados y tifones, periodos de lluvias torrenciales y variaciones extremas del clima, con alternancia de periodos de sequía y calor extremos, con otros de frío, lluvias torrenciales y nevadas profusas, que comprometerán la agricultura, el transporte y el comercio internacional y, por tanto, la economía mundial.
Los gobernantes y ciudadanos de los países desarrollados debemos meditar muy en serio en los próximos meses acerca de las decisiones y compromisos a tomar en la cumbre de París 2015. Los países subdesarrollados y en vías de desarrollo e incluso algunas de las economías emergentes, son los más afectados por las consecuencias del calentamiento global y exigen compromisos de compensación, a fin de poder implementar las medidas de contención del cambio climático que les correspondan.
Con la crisis económica sistémica que nos afecta estas decisiones son más difíciles de considerar y de tomar, pero si no somos capaces de pensar más allá del presente y del futuro inmediato, no solo nuestros hijos y nietos a medio plazo sufrirán las consecuencias, sino nosotros mismos dentro de muy poco pagaremos un precio muy alto.





