Una de las cosas más divertidas para un enfermo de la información política como un servidor es la de hacer un seguimiento a los partidos de izquierdas sobre sus posturas en temas de lo que podríamos denominar genéricamente como “galaxia de lo políticamente correcto”.
La izquierda de nuestras islas hace años que mantiene una actitud de complicidad parasitaria con los movimientos ecologistas y verdes, ya fuera el sacrosanto GOB, como otras organizaciones menores o movimientos coyunturales nacidos con ocasión de cualquier polémica relacionada con el medio ambiente y, entre ellos, todo lo relativo a las energías renovables.
Ocurre, sin embargo, que, como ya sabemos, una cosa es pontificar en un estrado sobre lo que hay que hacer, y otra muy distinta es decidir. Y aquí es donde afloran las contradicciones más flagrantes de esta forma de actuar.
Esta misma semana, Més per Mallorca -junto con PP y Podemos- trasladaron al Congreso de los Diputados la propuesta de prohibición de nuevas prospecciones petrolíferas en el Mediterráneo, acordada previamente en nuestro Parlament, obteniendo el respaldo casi unánime de la Cámara Baja.
Abracemos, pues, las energías limpias y dejemos atrás el humo y la contaminación. Més consiguió incluso colocar a Joan Groizard en el Ministerio para la Transición Energética en la anterior legislatura para dirigir el área de renovables. Hasta aquí, todo muy bonito.
Sin embargo, esta misma semana, Més aprovechaba el movimiento social que se ha originado en respuesta al proyecto de AENA de convertir gran parte de la superficie de la servidumbre aeroportuaria de Son Bonet en un parque fotovoltaico, para manifestar su profundo y total rechazo a esta iniciativa.
Se confirma así la vocación más arraigada de los ‘meseros’, la de actuar como el famoso perro del hortelano: ni comen, ni dejan comer, ni saben cómo se come. La incoherencia sistemática como lema.
Algo de eso me temía conociendo que, en materia de medio ambiente, Més defiende, por ejemplo, una depuradora de aguas residuales, con emisario submarino incluido, desaguando en la playa de Son Bauló, en Can Picafort. Coherencia total.
Los de Més quieren energía fotovoltaica, pero se oponen a todos los parques en proyecto porque, según señalan, suponen un impacto visual inaceptable. También se oponen, asumiendo las peregrinas tesis del GOB, a cualquier instalación de energía eólica -los molinos que proliferan en toda Europa-, no solo porque también tienen impacto visual, sino porque, por lo visto, las aspas de los molinos son muy nocivas para las aves.
En definitiva, si no podemos generar energía fotovoltaica a gran escala, ni podemos colocar molinos en ningún lugar de la isla, la única energía limpia que nos queda es la que nos llega mediante el cable submarino de la Península porque, en ese caso, nos importa un auténtico pimiento si proviene de centrales nucleares francesas o de la quema de carbón sudafricano, porque no nos hacen daño en casa que, al final, es lo único que cuenta para ellos.
Lo malo para ellos es que el cable y lo que por él circula depende de un ente denominado Estado Español, con el que, aparentemente, no quieren mantener demasiados lazos.