El fundador y primer presidente de la Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días fue el editor y empresario norteamericano José Smith (1805-1844), quien junto con otros cinco compañeros creó de manera oficial esta confesión religiosa cristiana en Nueva York en abril de 1830. Smith "presidió la Iglesia hasta el 27 de junio de 1844, cuando fue martirizado", se especifica en la web oficial de los mormones.
La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días afirma que la denominada iglesia originaria —que se considera impulsada por Jesús— habría desaparecido tras la muerte de los primeros apóstoles, si bien habría sido restaurada hace dos siglos gracias a Smith.
Los miembros de esta comunión creen, al igual que los católicos o los anglicanos, que Jesús es el hijo de Dios y también el salvador del mundo. Asimismo, creen también en la resurrección. Por lo que respecta a sus libros sagrados, además de la Biblia leen el Libro de Mormón, que contiene escritos de diversos profetas antiguos que habrían sido compilados por el profeta, militar e historiador precolombino Mormón, quien habría vivido en América en el siglo IV después de Cristo. En cuanto a la traducción de esta obra al inglés, se le atribuye igualmente a Smith.
EN LA ACTUALIDAD

La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días, también llamada simplemente Iglesia de Jesucristo por sus integrantes, cuenta hoy con más de 17 millones de miembros en todo el mundo; de ellos, unos 63.000 en nuestro país. Su sede central se encuentra en la conocida ciudad norteamericana de Salt Lake City, en el estado de Utah, y su presidente es Russell M. Nelson. La actual dirección prefiere que no se utilice el término mormón para definir a los miembros de esta confesión, si bien de momento sigue empleándose de manera habitual en los medios de comunicación y entre la ciudadanía.

En España, disponen en total de tres delegaciones. Una de ellas abarca los territorios de Cataluña, Aragón, la Comunidad Valenciana y Baleares. En nuestra comunidad autónoma, cuentan ahora con congregaciones en Palma, Inca, Manacor, Alcúdia, Menorca e Ibiza. El presidente del distrito del Archipiélago es Álex Larrubia, nacido en Palma hace 45 años y funcionario de profesión. Casado y con hijos, ejerce también como sacerdote de esta religión. Sus padres eran ya mormones y desde niño le educaron como tal, aunque de pequeño estudió en un colegio católico.

Para conocer un poco mejor los fundamentos de su fe, charlamos con él y con otros miembros de la Iglesia de Jesucristo en su sede en Palma, en la calle Àngel Guimerà. En el citado edificio, que abrió sus puertas en 2001, hay una capilla o salón sacramental, así como también un espacio donde tienen lugar los bautismos, diversas aulas y oficinas, y una pista deportiva. El día de nuestra visita, acompañan a Álex cuatro misioneros jóvenes y otros tres miembros adultos de esta confesión, que son Marta Becerril, Rosana Díaz —esposa de nuestro interlocutor— e Irene Munguía.
RAÍCES CRISTIANAS

Iniciamos nuestra visita en la capilla, en donde tienen lugar las reuniones dominicales, que vendrían a ser el equivalente de las misas para un católico. "En el salón sacramental tomamos el pan, que es el cuerpo de Cristo, y el agua, que es la sangre de Cristo", concreta Álex. En dichas reuniones también se cantan himnos religiosos y, además, algunos miembros hacen una serie de discursos, "compartiendo mensajes sobre el Evangelio de Jesucristo y sobre sus experiencias personales".
En la Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días no existe el sacramento de la penitencia como tal —que es sólo propio del catolicismo—, pero sí existe el denominado arrepentimiento, que es un proceso en el cual un sacerdote o un obispo mormón ayuda a una persona que confiesa que ha pecado, para intentar que no vuelva a pecar y "pueda volver a Cristo".
Por otra parte, para ser un miembro de pleno derecho de esta iglesia hay varios requisitos que deben cumplirse, siendo el principal de ellos el del bautismo, que siempre se lleva a cabo por inmersión en el agua. En el catolicismo, en cambio, el bautismo es hoy mayoritariamente por aspersión. Otra diferencia es que los mormones nunca bautizan a bebés, pues consideran que para recibir este sacramento es necesario saber discernir el bien del mal y tener el entendimiento suficiente para poder elegir el bautismo por uno mismo. En ese sentido, para poder bautizarse es necesario tener como mínimo ocho años de edad.

LABOR APOSTÓLICA
Álex nos habla también de la labor apostólica de los mormones. "Nuestros misioneros ejercen esta labor durante dos años en el caso de los chicos y durante un año y medio en el caso de las chicas", explica. Tras ese periodo de tiempo, vuelven a retomar sus estudios o regresan a su anterior vida laboral. La mayoría de ellos tienen entre 18 y 26 años de edad, "si bien ahora hay también matrimonios de personas mayores, ya jubiladas, que desempeñan igualmente esa función misionera".
La obra misional es siempre voluntaria y no remunerada, por lo que normalmente es la familia de cada joven la que financia su manutención mientras dura su estancia en un lugar concreto. Durante su permanencia en un destino, los misioneros viven en pisos de alquiler, que casi siempre suelen llevar ya bastante tiempo arrendados por las propias congregaciones. En Mallorca, hay en estos momentos 16 misioneros en total, que, al igual que el resto de sus compañeros en otros destinos, recorren calles y avenidas o visitan domicilios particulares de dos en dos, siempre con una sonrisa en el rostro.
Cuando todos esos jóvenes concluyen su apostolado, continúan siendo miembros de esta iglesia cristiana, pero ya con nuevas responsabilidades. "No hay que olvidar que nosotros también hacemos muchas labores de voluntariado, que llevamos a cabo actividades familiares y de servicio a la comunidad o que profundizamos en cuestiones relacionadas con nuestra doctrina", clarifica Álex. En este contexto, recuerda que esta confesión no recibe nunca subvenciones de ningún país, para intentar preservar así su independencia en todos los sentidos.
TESTIMONIOS PROPIOS
Para la realización de este reportaje, charlamos con los cuatro misioneros que se encuentran hoy en la sede de Palma. Empezamos con la hermana Mia Law, que es natural del estado norteamericano de Idaho y tiene 20 años de edad. Sus progenitores son también mormones. "Cuando recibimos nuestro llamamiento para servir, no sabemos dónde iremos, pero yo he tenido la suerte de haber sido destinada a Mallorca", sintetiza con convicción y buen humor, en un perfecto castellano. Mia lleva un año en la isla y continuará aquí hasta diciembre. Luego, regresará a su país y continuará con sus estudios de Medicina en la universidad.
"Como misionero, he estado en Badalona, Gandía, Lleida, Barcelona y finalmente ahora en Palma", indica Josué Roca, nacido hace 22 años en Sevilla, de padres bolivianos. Una parte de su familia es mormona, incluidos sus padres y su abuela materna. Aun así, Josué creció en un municipio y en un ambiente general en el que "casi nadie creía en Dios". Tal vez por ello, durante un tiempo él mismo también se alejó de la fe. "Pero en un momento dado hice un proceso de reflexión personal, recordé lo que mis padres me habían enseñado y decidí ir a una misión", señala con agradecimiento.
Cuando Josué termine su estancia en Mallorca, volverá a su tierra y cursará un grado superior, "con el objetivo de intentar encontrar un trabajo lo más rápido posible". Tras escuchar el testimonio de Josué, interviene Marta Becerril —directora de Comunicación de la Iglesia de Jesucristo—, quien apostilla que, a diferencia de lo que ocurre en otras religiones, "el proceso de conversión requiere aquí de una experiencia personal previa".
SERVIR Y AYUDAR
En el caso de Camila, natural de Colombia y de 29 años de edad, su proceso de conversión fue "bastante difícil", según reconoce ella misma. Camila se bautizó hace siete años y es la única mormona de su familia, una familia que "es muy grande" y en la que hay católicos, adventistas y testigos de Jehová. "Pasé toda mi infancia y parte de mi adolescencia yendo a todas esas iglesias", subraya a continuación. Tras llegar con su madre a España —en concreto, a Canarias— hace ya varios años, ella sola inició su camino de conversión, que tras su posterior bautizo la llevó a ser finalmente misionera.
Por su parte, Ethan Altamirano nació hace 20 años en Utah. Sus padres también son norteamericanos, aunque sus abuelos paternos son argentinos. "Todos estamos aquí por nuestro amor por Jesucristo y para mí eso es muy bonito", destaca, para proseguir: "Para mí es una gran bendición poder servir a otras personas y ayudarlas a sentir ese mismo amor de Dios y de Jesucristo que yo siento". Como misionero, Ethan ha podido ver, además, "cómo cambiaban las vidas" de muchas personas gracias a ese amor.
Antes de despedirnos, hablamos sobre personalidades famosas en todo el mundo que son mormonas, como por ejemplo el empresario y hotelero Bill Marriott, la autora de la saga literaria de Crepúsculo, Stephenie Meyer, o el excandidato presidencial republicano Mitt Romney. Fue precisamente Romney quien en cierta ocasión afirmó: "Todas las leyes y las legislaciones del mundo jamás sanarán este mundo como lo hacen los corazones y los brazos amorosos de las madres y los padres. Si todos los niños pudieran dormirse sintiéndose arropados por el amor de su familia —y por el amor de Dios—, este mundo sería un lugar mucho más apacible y mejor". Seamos o no creyentes, es imposible no estar de acuerdo con esa impecable y bellísima percepción.